“Temed el amor de la mujer más que el odio del hombre”. Socrates.
Existen sujetos que presentan un enamoramiento masoquista por aferrarse a una relación imposible de concretar o de sostener por diversas circunstancias, mientras que sus demás relaciones objetales son marcadamente narcisistas. Por ejemplo, una mujer atractiva puede denigrar y desvalorizar sin tapujos a los hombres que se le acercan; mientras que únicamente le interesan los que poseen gran atractivo físico, prestigio social, riqueza… atributos que espera conseguir a través de la relación con ellos. Pero si uno de estos hombres la rechaza, el hecho puede desencadenar una grave depresión hasta intentos de suicidio, o bien intentar salir inmune negando completamente tal rechazo.
También está mujer puede disimular el interés sobre estos hombre que le interesan, llegando a interpretar de modo alucinatorio, durante mucho tiempo, cualquier gesto simplemente amistoso por parte de ellos como una señal que se encuentran perdidamente interesados en ella. Aunque no debe sorprendernos que, cuando alguno de estos hombres llega a corresponder el “amor” de esta mujer, en un breve período de tiempo termina por desvalorizarlo, tal como ha denigrado a todos los demás que no son de su interés. De hecho, su deseo creciente por este tipo de hombres, la lleva a emprender una búsqueda continua donde cada vez resultan más inaccesibles, y a montar inconscientemente una situación en la que sin duda iba a ser nuevamente rechazada, de modo que su investidura en el “hombre ideal” sigue intacta. En sus relaciones objetales con amistades o familiares se puede apreciar que presentan rasgos típicos de un trastorno narcisista de la personalidad.
En estos casos encontramos la proyección, no de un Ideal del Yo normal sobre el objeto amoroso inaccesible, sino de un sí mismo psicopatológico grandioso con un esfuerzo por establecer una relación que inconscientemente confirma la estabilidad de la propia grandiosidad de esta mujer. El psicoanálisis revela que esas relaciones amorosas masoquistas de las personalidades narcisistas pueden representar un esfuerzo inconsciente por consolidar una integración simbólica, dentro del sí mismo grandioso, tratando de establecer una unión simbólica con el objeto idealizado. En tales casos, lo común es que la relación con el objeto amoroso idealizado refleje una condensación de temas edípicos y preedípicos, el objeto amoroso edípico positivo idealizado y también el objeto amoroso preedípico superpuesto, sádico pero necesitado.
Existen sujetos que presentan un enamoramiento masoquista por aferrarse a una relación imposible de concretar o de sostener por diversas circunstancias, mientras que sus demás relaciones objetales son marcadamente narcisistas. Por ejemplo, una mujer atractiva puede denigrar y desvalorizar sin tapujos a los hombres que se le acercan; mientras que únicamente le interesan los que poseen gran atractivo físico, prestigio social, riqueza… atributos que espera conseguir a través de la relación con ellos. Pero si uno de estos hombres la rechaza, el hecho puede desencadenar una grave depresión hasta intentos de suicidio, o bien intentar salir inmune negando completamente tal rechazo.
También está mujer puede disimular el interés sobre estos hombre que le interesan, llegando a interpretar de modo alucinatorio, durante mucho tiempo, cualquier gesto simplemente amistoso por parte de ellos como una señal que se encuentran perdidamente interesados en ella. Aunque no debe sorprendernos que, cuando alguno de estos hombres llega a corresponder el “amor” de esta mujer, en un breve período de tiempo termina por desvalorizarlo, tal como ha denigrado a todos los demás que no son de su interés. De hecho, su deseo creciente por este tipo de hombres, la lleva a emprender una búsqueda continua donde cada vez resultan más inaccesibles, y a montar inconscientemente una situación en la que sin duda iba a ser nuevamente rechazada, de modo que su investidura en el “hombre ideal” sigue intacta. En sus relaciones objetales con amistades o familiares se puede apreciar que presentan rasgos típicos de un trastorno narcisista de la personalidad.
En estos casos encontramos la proyección, no de un Ideal del Yo normal sobre el objeto amoroso inaccesible, sino de un sí mismo psicopatológico grandioso con un esfuerzo por establecer una relación que inconscientemente confirma la estabilidad de la propia grandiosidad de esta mujer. El psicoanálisis revela que esas relaciones amorosas masoquistas de las personalidades narcisistas pueden representar un esfuerzo inconsciente por consolidar una integración simbólica, dentro del sí mismo grandioso, tratando de establecer una unión simbólica con el objeto idealizado. En tales casos, lo común es que la relación con el objeto amoroso idealizado refleje una condensación de temas edípicos y preedípicos, el objeto amoroso edípico positivo idealizado y también el objeto amoroso preedípico superpuesto, sádico pero necesitado.
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