Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 14 de noviembre de 2017

​La vida cotidiana es una novela por excelencia.

“Fueron Arthur Schopenhauer y Friedrich Wilhelm Nietzsche quienes mejor hablaron en el siglo XVIII del amor… sin embargo, las únicas mujeres que frecuentaron trabajaban en burdeles”. Émile Michel Cioran.

El artista pasa en soledad casi la mayor parte de su vida, mientras mantiene un asiduo contacto con sus creaciones, y únicamente le es dado disfrutar de la anhelada multiplicidad de la vida, observando y escuchando sin participar directamente en ella, con el único fin de plasmarlo en sus obras de arte, cual si fuera un niño embelesado. Así, el genuino placer sólo lo será brindado a aquel que viva para disfrutar de la vida cotidiana y que se entregue libre y pródigamente. Todo aquel que se dedica a las bellas artes con una profunda devoción, roza sólo la vida; el artista plasma generalmente lo que no logra vivir, o sea, sus ilusiones y esperanzas, en vez de concretarlas en la realidad, las modela en el arte.
El sujeto que vive por y para el placer, es la antítesis de lo anterior, aunque le falta siempre la fuerza, la intuición de dar forma a lo que vive. Esa clase de sujetos se diluyen en el instante, en la realidad, y ese momento resulta ser efímero porque se mezcla inmediatamente con otros sucesos; el artista, en cambio, sabe eternizar el más nimio acontecimiento. Así que ambos extremos están apartados, aislados, en vez de fecundarse mutuamente; al uno le falta consagrarse al arte, al otro dedicarse a vivir. Paradoja irresoluble: los sujetos de acción, los que están inmersos en el placer, tendrían más cosas que contar que los poetas, pero no les es dado el talento para hacerlo. Los sujetos creadores, por el contrario, se ven forzados a imaginar y a imaginar mucho, porque lo que han vivido nunca es suficiente para narrarlo. Muy pocas veces la vida del poeta merece ser contada y, al revés; muy pocos hombres de vida accidentada tienen capacidad para escribirla.
La narración de Jacobo Casanova no es fantasía exprimida o imaginación, sino una realidad tangible que desboca, es decir, es la vida misma que nunca puede ser superada por las alas de la fantasía. La realidad siempre va un paso adelante de la ficción.
Casanova sólo tiene un trabajo, el más modesto que cabe al artista, y es hacer creíble lo que parece un imposible.


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