“Lo que se pretende despertar no es el deseo de creer, sino el de encontrar, que es todo lo contrario”. Bertrand Russell.
En el psicoanálisis se debe tener en cuenta la distinción entre la situación que se origina en la Etapa Oral temprana y la que surge durante la etapa posterior, cuando emerge la tendencia a morder y toma su lugar junto a la de succionar. En el estadio oral posterior aparece una diferenciación entre el amor oral, asociado con succionar, y el odio oral, asociado con morder por lo tanto el desarrollo de la ambivalencia es una consecuencia de esto.
La temprana Etapa Oral es preambivalente, y esto es especialmente importante a la luz del hecho de que la conducta oral del infante durante esta fase preambivalente representa la primera forma de expresar amor. La relación oral del niño con la madre en la situación de succión representa su primera experiencia de relación amorosa, y es por consiguiente el fundamento sobre el que se basan todas sus futuras relaciones con los «objetos de amor». Representa también su primera experiencia de una relación social, y por consiguiente forma la base de su actitud en general, que servirá para integrarse socialmente. Teniendo en cuenta estas consideraciones, volvamos a la situación que surge cuando el niño fijado a la Etapa Oral temprana llega a sentir que su madre no lo ama ni valora realmente como persona. Lo que sucede en estas circunstancias es que la situación traumática original de la Etapa Oral temprana se reactiva y reinstala emocionalmente, y el niño siente entonces que el motivo de la aparente falta de amor de su madre hacia él, es que ha destruido su afecto y lo ha hecho desaparecer. Al mismo tiempo siente que el motivo de su aparente rechazo en aceptar su amor es que su propio amor es malo y destructivo. Esta es, por supuesto, una situación infinitamente más intolerable que la situación comparable que surge en el caso del niño fijado a la Etapa Oral posterior. En este último caso, el infante, esencialmente ambivalente, interpreta la situación en el sentido de que es su odio, y no su amor, lo que ha destruido el afecto de su madre. Es entonces en su odio donde le parece que reside su maldad, y así su amor puede permanecer bueno ante sus ojos. Esta es la posición que parece subyacer a la psicosis maníaco-depresiva, y constituir la posición depresiva. En contraste, la posición subyacente a los desarrollos esquizoides parecen surgir en la temprana Etapa Oral preambivalente, posición en la que el infante siente que su amor es malo porque parece destructivo hacia los objetos; y esto puede ser adecuadamente descrito como la posición esquizoide. Esto representa una situación esencialmente trágica, y provee el tema de muchas de las grandes tragedias de la literatura. No debe extrañar entonces que sujetos con considerable tendencia esquizoide experimenten tantas dificultades para demostrar amor porque siempre antecede una profunda ansiedad antes de manifestarse; un sentir que lo expresa magníficamente Oscar Wilde: “Todo hombre mata lo que ama”, o lo que dijo Jacinto Benavente: “No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos”. Tampoco es de extrañar que estos sujetos experimenten dificultad para brindar sus sentimientos porque nunca pueden escapar enteramente al temor de que esas expresiones sean malignas.
El sujeto con una tendencia esquizoide tiene otro motivo para guardar su amor dentro de sí, además del que surge de la sensación de que es demasiado precioso como para separarse de él; mantiene encerrado su amor porque siente que es demasiado peligroso como para descargarlo en los objetos. Así no sólo guarda su amor sino teme expresarlo. Pero la cuestión no termina ahí, ya que como siente que su amor es malo, está dispuesto a interpretar el amor de los otros en términos similares. Esta interpretación no implica necesariamente proyección por su parte, pero por supuesto está siempre predispuesto a recurrir a esta técnica defensiva. Esto queda ilustrada en el cuento de la “Caperucita Roja”, el lobo representa —para Caperucita— su propio amor incorporativo oral, la narración nos señala que el lobo toma el lugar de la abuela en la cama, lo que significa, por supuesto, que atribuye su propia actitud incorporativa a su objeto, que parece entonces convertirse en un lobo devorador. Así resulta que el sujeto con características esquizoides está predispuesto a sentirse impulsado a erigir defensas, no sólo contra su amor por los otros, sino también contra el amor de ellos hacia él.
El sujeto con tendencia esquizoide renuncia al contacto social en mayor o menor medida, ante todo porque siente que no debe amar ni ser amado. Pero no siempre se contenta con un mero distanciamiento pasivo, por el contrario, regularmente toma medidas activas para alejar a los objetos de él. Para este propósito tiene a mano un instrumento dentro de él mismo en la forma de su propia agresión diferenciada. Moviliza los recursos de su odio, y dirige su agresión contra los otros, y particularmente contra los sujetos que mantiene un vínculo y de esta manera puede pelearse con los demás, ser censurable, rudo… Al hacerlo, no sólo sustituye amor por odio en sus relaciones con los objetos, sino también que los induce a odiarlo en vez de amarlo, y hace todo esto con la única finalidad de mantener a distancia los objetos.
Y por último debemos señalar, que algunos de los sujetos esquizoides pueden hacer uso de las redes sociales para permitirse ser amados y amar, esta es otra tragedia a la que están expuestos, amar y dejarse amar con la única condición que sea a la distancia. Pero muy en el fondo, siempre tiene la esperanza de amar y ser amado.
En el psicoanálisis se debe tener en cuenta la distinción entre la situación que se origina en la Etapa Oral temprana y la que surge durante la etapa posterior, cuando emerge la tendencia a morder y toma su lugar junto a la de succionar. En el estadio oral posterior aparece una diferenciación entre el amor oral, asociado con succionar, y el odio oral, asociado con morder por lo tanto el desarrollo de la ambivalencia es una consecuencia de esto.
La temprana Etapa Oral es preambivalente, y esto es especialmente importante a la luz del hecho de que la conducta oral del infante durante esta fase preambivalente representa la primera forma de expresar amor. La relación oral del niño con la madre en la situación de succión representa su primera experiencia de relación amorosa, y es por consiguiente el fundamento sobre el que se basan todas sus futuras relaciones con los «objetos de amor». Representa también su primera experiencia de una relación social, y por consiguiente forma la base de su actitud en general, que servirá para integrarse socialmente. Teniendo en cuenta estas consideraciones, volvamos a la situación que surge cuando el niño fijado a la Etapa Oral temprana llega a sentir que su madre no lo ama ni valora realmente como persona. Lo que sucede en estas circunstancias es que la situación traumática original de la Etapa Oral temprana se reactiva y reinstala emocionalmente, y el niño siente entonces que el motivo de la aparente falta de amor de su madre hacia él, es que ha destruido su afecto y lo ha hecho desaparecer. Al mismo tiempo siente que el motivo de su aparente rechazo en aceptar su amor es que su propio amor es malo y destructivo. Esta es, por supuesto, una situación infinitamente más intolerable que la situación comparable que surge en el caso del niño fijado a la Etapa Oral posterior. En este último caso, el infante, esencialmente ambivalente, interpreta la situación en el sentido de que es su odio, y no su amor, lo que ha destruido el afecto de su madre. Es entonces en su odio donde le parece que reside su maldad, y así su amor puede permanecer bueno ante sus ojos. Esta es la posición que parece subyacer a la psicosis maníaco-depresiva, y constituir la posición depresiva. En contraste, la posición subyacente a los desarrollos esquizoides parecen surgir en la temprana Etapa Oral preambivalente, posición en la que el infante siente que su amor es malo porque parece destructivo hacia los objetos; y esto puede ser adecuadamente descrito como la posición esquizoide. Esto representa una situación esencialmente trágica, y provee el tema de muchas de las grandes tragedias de la literatura. No debe extrañar entonces que sujetos con considerable tendencia esquizoide experimenten tantas dificultades para demostrar amor porque siempre antecede una profunda ansiedad antes de manifestarse; un sentir que lo expresa magníficamente Oscar Wilde: “Todo hombre mata lo que ama”, o lo que dijo Jacinto Benavente: “No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos”. Tampoco es de extrañar que estos sujetos experimenten dificultad para brindar sus sentimientos porque nunca pueden escapar enteramente al temor de que esas expresiones sean malignas.
El sujeto con una tendencia esquizoide tiene otro motivo para guardar su amor dentro de sí, además del que surge de la sensación de que es demasiado precioso como para separarse de él; mantiene encerrado su amor porque siente que es demasiado peligroso como para descargarlo en los objetos. Así no sólo guarda su amor sino teme expresarlo. Pero la cuestión no termina ahí, ya que como siente que su amor es malo, está dispuesto a interpretar el amor de los otros en términos similares. Esta interpretación no implica necesariamente proyección por su parte, pero por supuesto está siempre predispuesto a recurrir a esta técnica defensiva. Esto queda ilustrada en el cuento de la “Caperucita Roja”, el lobo representa —para Caperucita— su propio amor incorporativo oral, la narración nos señala que el lobo toma el lugar de la abuela en la cama, lo que significa, por supuesto, que atribuye su propia actitud incorporativa a su objeto, que parece entonces convertirse en un lobo devorador. Así resulta que el sujeto con características esquizoides está predispuesto a sentirse impulsado a erigir defensas, no sólo contra su amor por los otros, sino también contra el amor de ellos hacia él.
El sujeto con tendencia esquizoide renuncia al contacto social en mayor o menor medida, ante todo porque siente que no debe amar ni ser amado. Pero no siempre se contenta con un mero distanciamiento pasivo, por el contrario, regularmente toma medidas activas para alejar a los objetos de él. Para este propósito tiene a mano un instrumento dentro de él mismo en la forma de su propia agresión diferenciada. Moviliza los recursos de su odio, y dirige su agresión contra los otros, y particularmente contra los sujetos que mantiene un vínculo y de esta manera puede pelearse con los demás, ser censurable, rudo… Al hacerlo, no sólo sustituye amor por odio en sus relaciones con los objetos, sino también que los induce a odiarlo en vez de amarlo, y hace todo esto con la única finalidad de mantener a distancia los objetos.
Y por último debemos señalar, que algunos de los sujetos esquizoides pueden hacer uso de las redes sociales para permitirse ser amados y amar, esta es otra tragedia a la que están expuestos, amar y dejarse amar con la única condición que sea a la distancia. Pero muy en el fondo, siempre tiene la esperanza de amar y ser amado.
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