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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 14 de noviembre de 2017

​La película erótica, psicoanálisis.

“En los inicios de un amor, los amantes hablan de futuro; en sus postrimerias, del pasado”. André Maurois.

Un filme erótico amenaza los límites de lo convencional, entiéndase convencional como películas aptas para todo público. La audiencia que observa un filme erótico donde la relación sexual está hábilmente disimulada, activa profundas prohibiciones contra la invasión a la pareja edípica (padre-madre) y la concomitante excitación suprimida o reprimida.
Lo que los sujetos observan en este tipo de películas implica un desafío al Superyó infantil y al Superyó de la etapa de la latencia. Las escenas vistas en una película erótica inducen a una excitación sexual, siempre y cuando los sujetos tengan tolerancia a los estímulos visuales de esta índole. Mientras que los espectadores que padecen inhibiciones sexuales severas, experimentarán aversión y asco durante el filme, ya que lo sienten como un ataque violento a sus valores morales, lo que denota un Superyó marcadamente cruel y despiadado.
El filme erótico puede cautivar al espectador con una tremenda fuerza por el hecho que el trama lleva una profunda subjetivación de los protagonistas con lo que se facilita la identificación del sujeto con alguno de los actores que inconscientemente representan a la pareja edípica de la infancia (padre-madre). Esta violación del tabú proveniente del Complejo de Edipo inspira entonces culpa, vergüenza y turbación. La identificación inconsciente con la conducta exhibicionista de los actores, aunado con los aspectos sádicos y masoquistas de los impulsos voyeuristas y exhibicionista respectivamente, producen un desafío que impacta sobre el Superyó del espectador.
El filme erótico —como arte visual— exige madurez emocional, capacidad para tolerar y disfrutar de la sexualidad, tolerancia para aceptar la combinación del erotismo y la ternura, integrar adecuadamente lo erótico en una relación sentimental y emocional compleja, con lo cual se logra una identificación con los actores y sus relaciones objetales manifestadas en la película, al ser receptivos de los valores éticos y estéticos implícitos en las escenas.
De un modo extraño, nuestra capacidad para identificarnos con la pareja enamorada de la película crea una nueva dimensión de privacidad que la protege y al mismo tiempo protege al espectador, en contraste con la destrucción de la intimidad y la privacidad que se opera en el filme pornográfico.
En el filme de arte, los elementos voyeuristas y exhibicionistas de la excitación sexual activada por el hecho de ser testigos (espectadores) de la intimidad sexual, y los elementos sádicos y masoquistas de esa invasión, quedan contenidos por la identificación con los personajes y sus valores. El espectador participa en la “Escena Primaria” mientras inconscientemente asume al mismo tiempo la responsabilidad de mantener la privacidad de la pareja. Los elementos agresivos de la sexualidad infantil perversa polimorfa se integran en la sexualidad edípica, y la agresión en el erotismo.
El arte erótico logra una síntesis de sensualidad, relaciones objetales profundas y sistemas de valores maduros, y aunque estén presentes los celos, la envidia, el odio y la agresión, no deja de reflejarse la capacidad a la tolerancia y consentir la ambivalencia de ambos partenaires para el compromiso y el amor apasionado. El filme erótico representa el Complejo de Edipo puesto en escena.


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