Primero Sigmund Freud y posteriormente Jacques-Marie Émile Lacan se encargaron de teorizar acerca de los conflictos sobre la relación sexual. Este último autor, profundizó sobre el tema y lo definió en una controversial frase: “No existe la relación sexual” ¿Qué significa esto? Pues de manera simple podemos decir que es inexistente la “completa armonía” entre los partenaires en el encuentro sexual, ya que siempre está de por medio “algo” por lo cual no se logra la “satisfacción total”, llevando a cada uno hacer una remembranza sobre el coito: “eso no me gustó”, “falto aquello”… poniendo inmediatamente en marcha la imaginación de lo que «desean» para el próximo encuentro sexual. Hay algo que siempre fracasa en el lazo con el otro, incluído el lazo amoroso y claro, el encuentro sexual. No hay complementariedad de los sexos; y esto lo ilustra claramente el estilo de vida Swinger, antes que estar por fuera de ese fracaso, parece —según los hallazgos hechos por el psicoanálisis— que intentan reordenar su sexualidad en busca precisamente de esa ausencia de armonía permanente, una forma como otras fallida de poner un velo a la no-relación-sexual.
La conducta sexual que despliegan los sujetos está determinada por múltiples factores que están enraizados en fantasías y deseos de la “infancia perversa poliforma”.
Lo que se ha observado en sujetos que practican los encuentros Swingers que acuden a tratamiento psicoanalítico es que existen diversas psicodinamicas entre las que destacan fantasías incestuosas, exposición a la “Escena Primaria”, dificultades en la separación-individuación (madre-infante), conflictos superyóicos, inhibiciones sexuales, deseos homosexuales, compulsión a repetir y reelaborar conflictos de la etapa edípica. También puede ser utilizada como una defensa ante una depresión subyacente: separación con el ser amado, divorcio, venganza contra el partenaire, etcétera; o por otro lado las parejas pueden recurrir a estos intercambios eróticos como un intento desesperado de solucionar una crisis y “salvar” su matrimonio.
Asimismo puede ser una forma de negar la competencia, rivalidad, celos, deseos sadomasoquistas y hostilidad a través de la acción. O bien un intento de reestablecer el sentido de la atracción, el deseo, el valor y la autoestima.
Ahora bien, la fantasía incestuosa es muy clara en el estilo de vida Swinger, pues es una atracción desbordada o incluso un enamoramiento hacia alguien “no disponible”, o sea comprometido sentimentalmente a otro, o casado, con la finalidad de concretar esa relación prohibida. Las fantasías incestuosas pueden estar encubriendo aspectos del Complejo de Edipo como el temor al daño orgánico, por ejemplo un hombre con temor a la castración (inconsciente) pone a prueba constantemente su virilidad accediendo a actividades promiscuas.
Cuando existen conflictos respecto a la bisexualidad, la mujer intenta compensar la falta de pene deseando castrar a la pareja, a través de mostrar una “feminidad” exacerbada en el encuentro sexual con otro en presencia de su partenaire.
En los sujetos que practican los encuentros Swinger existe un alto grado de hostilidad, agresión y competitividad, consciente o no, hacia el propio partenaire y hacia el cónyuge o compañero del mismo sexo con quien se intercambia el contacto sexual; esto se denota en quién brinda mayor placer, quién está más dispuesto a las fantasías sexuales, quién es más atractivo, quién es más seductor, quién coquetea más, quién tiene el pene más grande, etcétera.
Existen casos donde los sujetos que practican estos intercambios de pareja, en su historial infantil refieren una alta rivalidad y competitividad hacia los hermanos, la cual se traslada a esta forma de relacionarse en pareja en la edad adulta.
Una de las características más sobresalientes de los Swinger es la fuerte atracción homosexual —regularmente inconsciente— durante el intercambio de pareja, incluso existen algunos sujetos que “seleccionan meticulosamente” a la pareja con la que va involucrarse sexualmente su partenaire: color de piel, estatura, complexión, incluso la longitud del pene, etcétera, esto habla de fenómenos más regresivos. No ha de extrañarse que después de cierto tiempo el sujeto pase de su preferencia heterosexual a homosexual, o se convierta en un empecinado voyerista. En ciertos casos ello ha sido interpretado como un deseo de cercanía con el padre del mismo sexo, que fue percibido en la infancia frío y distante.
La práctica Swinger también puede ser un intento para remarcar el desafío y separación de los valores y reglas impuestas por los padres o educadores, los cuales fueron aceptados sin recato alguno.
Cuando existen problemas relacionados con la simbiosis y la dificultad de separación-individuación madre-infante, la actividad del sujeto adulto Swinger da la sensación de autoproclamar independencia y autonomía, de “romper” temporalmente con la atadura simbólica.
Cuando existe una gran ansiedad relacionada a los encuentros sexuales, el sujeto puede defenderse de ella a través de la práctica del intercambio de pareja, tríos o sexo grupal. El sujeto se coloca en una posición casi observadora, de esta manera se encuentra protegido del daño y la retaliación, esta fantasía es característica de la exposición crónica a la Escena Primaria.
Se ha observado que los Swingers que acuden a tratamiento psicoanalítico usualmente presentan una intensa lucha con un Superyó punitivo y también contra una crianza en su infancia percibida como sexualmente represora.
Cuando el sujeto proyecta el Superyó en su pareja, en un inicio intenta complacer y seducir como lo hacía con los padres en su infancia, sin embargo, con el tiempo empieza a resentir esta posición de devaluación y control e intenta revelarse ante ello a través de la infidelidad o de proponer a su pareja un estilo de vida Swinger, regularmente quien lo sugiere o insinúa es principalmente el hombre. El sujeto con prácticas Swinger puede estar utilizando el sexo como un herramienta para crear dependencia o para satisfacer necesidades de poder y venganza hacia su partenaire.
Cabe señalar que algunas mujeres dejan de presentar anorgasmia al ser infieles o entrar en relaciones de intercambio de pareja o tríos sexuales, se observa a través del psicoanálisis que surge una nueva relación entre el orgasmo y perder el control frente a su pareja; es decir tener relaciones sexuales con otros hombres les brinda una sensación de empoderamiento dando como resultado intensos orgasmos.
Cuando el sujeto busca en su pareja a un padre o madre omnipotente suele enfrentarse a que la sexualidad conyugal se asocie con el incesto, lo cual es terriblemente amenazante, lo vive como un acto prohibido y repugnante que puede conducir a disfunción eréctil, eyaculación precoz o retardada. Es precisamente en estas circunstancias cuando el sujeto busca relaciones objetales más seguras y gratificantes fuera del matrimonio. En estos casos dicho sujeto vive la sexualidad conyugal como algo insoportable, donde se siente controlado o debilitado (en psicoanálisis se denomina angustia de castración) de la misma forma que un niño se sentiría si tuviera sexo con alguno de sus progenitores o con un adulto.
Según Otto Kernberg los sujetos con personalidad narcisista se caracterizan por la imposibilidad de mantener vínculos que combinen genitalidad y ternura, ya que no hay intimidad ni integración objetal y en casos más benignos de personalidad narcisista es caracterizada por la promiscuidad sexual. Sigmund Freud señaló que por haber silenciado durante mucho tiempo el deseo de goce sexual, las mujeres habían renunciado a él. De manera que en su época, ello encontró finalmente su manifestación a nivel de síntomas en el cuerpo (histeria), y que hoy parece implicar al otro sexo, en donde estas mujeres al dirigirse a su pareja provocan en ellos la pregunta acerca de ¿Cómo goza una mujer? Aquí podríamos señalar que siendo el hombre quien generalmente propone la práctica Swinger a su pareja, sería con la finalidad de conocer de manera tangible ¿Cuánto goza su mujer en brazos de otro hombre? Recordemos que en la mitología griega (nombre) le preguntó a Tiresias ¿Quién goza más durante la relación sexual, el hombre o la mujer? A lo que respondió que la mujer goza (7 veces más). Pregunta aun vigente y enigmática para los hombres que practican este estilo de vida.
Hombres y mujeres emprenden la búsqueda por velar lo que no funciona en su vínculo, aunque ya no se trata de una búsqueda marcada por la represión del deseo característica de los siglos pasados sino ligada a los imperativos propios de la exaltación: “Es tu deber gozar, es tu cuerpo y por lo tanto debes gozar al máximo”. “La vida es corta y es mejor arrepentirse por algo que hiciste que por algo que dejaste de hacer”.
El papel que juegan los celos en el estilo de vida Swinger podría asumirse en la posición que toma el hombre y la mujer en la comunicación directa y sincera de las fantasías íntimas de índole sexual que cada uno guarda, que tendrían la función de apaciguar dichos celos, sin embargo esto otorgaría tranquilidad únicamente por un breve período de tiempo.
Desde el punto de vista psicoanalítico los celos infantiles hacia la madre se extienden a la edad adulta y tendrían la función de mantener la monogamia, mientras que el conflicto edípico hace difícil que ello se establezca por mucho tiempo.
Por último podíamos decir que el estilo de vida Swinger es una búsqueda centrada en el deseo de reconocimiento de la masculinidad de la función sexual* cuando se trata de hombres, incluso aunque esto signifique renunciar a la exclusividad en el goce, en la espera de que esta concesión asegure el mantenimiento del lugar que él ocupa en tanto ser amado y deseado. De manera que podríamos pensar que la ansiedad y angustia respecto a la sexualidad y la intimidad es más fuerte que los celos. O también, que estos se manifiestan a través de la fuerte competitividad que existe entre la pareja.
*Robert Jesse Stoller señaló que el ser humano (independientemente de su sexo biológico) desde su nacimiento tiene una “protofeminidad” y será la cultura quien estructure la masculinidad tratándose de hombres; mientras que las mujeres no presentan ese conflicto en su feminidad por haberse desarrollado a partir de esta. Tal vez esta sea la principal razón por la cual los hombres dudan más de su masculinidad que las mujeres de su feminidad.
La conducta sexual que despliegan los sujetos está determinada por múltiples factores que están enraizados en fantasías y deseos de la “infancia perversa poliforma”.
Lo que se ha observado en sujetos que practican los encuentros Swingers que acuden a tratamiento psicoanalítico es que existen diversas psicodinamicas entre las que destacan fantasías incestuosas, exposición a la “Escena Primaria”, dificultades en la separación-individuación (madre-infante), conflictos superyóicos, inhibiciones sexuales, deseos homosexuales, compulsión a repetir y reelaborar conflictos de la etapa edípica. También puede ser utilizada como una defensa ante una depresión subyacente: separación con el ser amado, divorcio, venganza contra el partenaire, etcétera; o por otro lado las parejas pueden recurrir a estos intercambios eróticos como un intento desesperado de solucionar una crisis y “salvar” su matrimonio.
Asimismo puede ser una forma de negar la competencia, rivalidad, celos, deseos sadomasoquistas y hostilidad a través de la acción. O bien un intento de reestablecer el sentido de la atracción, el deseo, el valor y la autoestima.
Ahora bien, la fantasía incestuosa es muy clara en el estilo de vida Swinger, pues es una atracción desbordada o incluso un enamoramiento hacia alguien “no disponible”, o sea comprometido sentimentalmente a otro, o casado, con la finalidad de concretar esa relación prohibida. Las fantasías incestuosas pueden estar encubriendo aspectos del Complejo de Edipo como el temor al daño orgánico, por ejemplo un hombre con temor a la castración (inconsciente) pone a prueba constantemente su virilidad accediendo a actividades promiscuas.
Cuando existen conflictos respecto a la bisexualidad, la mujer intenta compensar la falta de pene deseando castrar a la pareja, a través de mostrar una “feminidad” exacerbada en el encuentro sexual con otro en presencia de su partenaire.
En los sujetos que practican los encuentros Swinger existe un alto grado de hostilidad, agresión y competitividad, consciente o no, hacia el propio partenaire y hacia el cónyuge o compañero del mismo sexo con quien se intercambia el contacto sexual; esto se denota en quién brinda mayor placer, quién está más dispuesto a las fantasías sexuales, quién es más atractivo, quién es más seductor, quién coquetea más, quién tiene el pene más grande, etcétera.
Existen casos donde los sujetos que practican estos intercambios de pareja, en su historial infantil refieren una alta rivalidad y competitividad hacia los hermanos, la cual se traslada a esta forma de relacionarse en pareja en la edad adulta.
Una de las características más sobresalientes de los Swinger es la fuerte atracción homosexual —regularmente inconsciente— durante el intercambio de pareja, incluso existen algunos sujetos que “seleccionan meticulosamente” a la pareja con la que va involucrarse sexualmente su partenaire: color de piel, estatura, complexión, incluso la longitud del pene, etcétera, esto habla de fenómenos más regresivos. No ha de extrañarse que después de cierto tiempo el sujeto pase de su preferencia heterosexual a homosexual, o se convierta en un empecinado voyerista. En ciertos casos ello ha sido interpretado como un deseo de cercanía con el padre del mismo sexo, que fue percibido en la infancia frío y distante.
La práctica Swinger también puede ser un intento para remarcar el desafío y separación de los valores y reglas impuestas por los padres o educadores, los cuales fueron aceptados sin recato alguno.
Cuando existen problemas relacionados con la simbiosis y la dificultad de separación-individuación madre-infante, la actividad del sujeto adulto Swinger da la sensación de autoproclamar independencia y autonomía, de “romper” temporalmente con la atadura simbólica.
Cuando existe una gran ansiedad relacionada a los encuentros sexuales, el sujeto puede defenderse de ella a través de la práctica del intercambio de pareja, tríos o sexo grupal. El sujeto se coloca en una posición casi observadora, de esta manera se encuentra protegido del daño y la retaliación, esta fantasía es característica de la exposición crónica a la Escena Primaria.
Se ha observado que los Swingers que acuden a tratamiento psicoanalítico usualmente presentan una intensa lucha con un Superyó punitivo y también contra una crianza en su infancia percibida como sexualmente represora.
Cuando el sujeto proyecta el Superyó en su pareja, en un inicio intenta complacer y seducir como lo hacía con los padres en su infancia, sin embargo, con el tiempo empieza a resentir esta posición de devaluación y control e intenta revelarse ante ello a través de la infidelidad o de proponer a su pareja un estilo de vida Swinger, regularmente quien lo sugiere o insinúa es principalmente el hombre. El sujeto con prácticas Swinger puede estar utilizando el sexo como un herramienta para crear dependencia o para satisfacer necesidades de poder y venganza hacia su partenaire.
Cabe señalar que algunas mujeres dejan de presentar anorgasmia al ser infieles o entrar en relaciones de intercambio de pareja o tríos sexuales, se observa a través del psicoanálisis que surge una nueva relación entre el orgasmo y perder el control frente a su pareja; es decir tener relaciones sexuales con otros hombres les brinda una sensación de empoderamiento dando como resultado intensos orgasmos.
Cuando el sujeto busca en su pareja a un padre o madre omnipotente suele enfrentarse a que la sexualidad conyugal se asocie con el incesto, lo cual es terriblemente amenazante, lo vive como un acto prohibido y repugnante que puede conducir a disfunción eréctil, eyaculación precoz o retardada. Es precisamente en estas circunstancias cuando el sujeto busca relaciones objetales más seguras y gratificantes fuera del matrimonio. En estos casos dicho sujeto vive la sexualidad conyugal como algo insoportable, donde se siente controlado o debilitado (en psicoanálisis se denomina angustia de castración) de la misma forma que un niño se sentiría si tuviera sexo con alguno de sus progenitores o con un adulto.
Según Otto Kernberg los sujetos con personalidad narcisista se caracterizan por la imposibilidad de mantener vínculos que combinen genitalidad y ternura, ya que no hay intimidad ni integración objetal y en casos más benignos de personalidad narcisista es caracterizada por la promiscuidad sexual. Sigmund Freud señaló que por haber silenciado durante mucho tiempo el deseo de goce sexual, las mujeres habían renunciado a él. De manera que en su época, ello encontró finalmente su manifestación a nivel de síntomas en el cuerpo (histeria), y que hoy parece implicar al otro sexo, en donde estas mujeres al dirigirse a su pareja provocan en ellos la pregunta acerca de ¿Cómo goza una mujer? Aquí podríamos señalar que siendo el hombre quien generalmente propone la práctica Swinger a su pareja, sería con la finalidad de conocer de manera tangible ¿Cuánto goza su mujer en brazos de otro hombre? Recordemos que en la mitología griega (nombre) le preguntó a Tiresias ¿Quién goza más durante la relación sexual, el hombre o la mujer? A lo que respondió que la mujer goza (7 veces más). Pregunta aun vigente y enigmática para los hombres que practican este estilo de vida.
Hombres y mujeres emprenden la búsqueda por velar lo que no funciona en su vínculo, aunque ya no se trata de una búsqueda marcada por la represión del deseo característica de los siglos pasados sino ligada a los imperativos propios de la exaltación: “Es tu deber gozar, es tu cuerpo y por lo tanto debes gozar al máximo”. “La vida es corta y es mejor arrepentirse por algo que hiciste que por algo que dejaste de hacer”.
El papel que juegan los celos en el estilo de vida Swinger podría asumirse en la posición que toma el hombre y la mujer en la comunicación directa y sincera de las fantasías íntimas de índole sexual que cada uno guarda, que tendrían la función de apaciguar dichos celos, sin embargo esto otorgaría tranquilidad únicamente por un breve período de tiempo.
Desde el punto de vista psicoanalítico los celos infantiles hacia la madre se extienden a la edad adulta y tendrían la función de mantener la monogamia, mientras que el conflicto edípico hace difícil que ello se establezca por mucho tiempo.
Por último podíamos decir que el estilo de vida Swinger es una búsqueda centrada en el deseo de reconocimiento de la masculinidad de la función sexual* cuando se trata de hombres, incluso aunque esto signifique renunciar a la exclusividad en el goce, en la espera de que esta concesión asegure el mantenimiento del lugar que él ocupa en tanto ser amado y deseado. De manera que podríamos pensar que la ansiedad y angustia respecto a la sexualidad y la intimidad es más fuerte que los celos. O también, que estos se manifiestan a través de la fuerte competitividad que existe entre la pareja.
*Robert Jesse Stoller señaló que el ser humano (independientemente de su sexo biológico) desde su nacimiento tiene una “protofeminidad” y será la cultura quien estructure la masculinidad tratándose de hombres; mientras que las mujeres no presentan ese conflicto en su feminidad por haberse desarrollado a partir de esta. Tal vez esta sea la principal razón por la cual los hombres dudan más de su masculinidad que las mujeres de su feminidad.
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