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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 11 de junio de 2017

¿Por qué se desea todo el tiempo y nada nos satisface permanentemente?

Jacques-Marie Émile Lacan aborda el Complejo de Edipo partiendo de que es el punto crucial que constituye al sujeto, explica que se debe entender en tres tiempos, no se trata de tiempos evolutivos, es decir que no se cumple en un aspecto cronológico sino se trata de una dinámica lógica ¿Qué significa esto? Que va transitando de un momento a otro, en una secuencia que lleva un orden.
El primer tiempo se ubica en el momento donde están únicamente madre e hijo, el niño se posiciona en una búsqueda de poder satisfacer el deseo de su madre.
El recién nacido llega a un mundo, bastante caótico y partiendo de ahí, emprende la difícil tarea de convertirse en un sujeto comenzando por preguntarse ¿Quién soy? ¿Cómo voy a ser? ¿Qué voy a decidir? Para responder a estas preguntas se apoya del contexto con el que se encuentra; es decir que el sujeto entra en una escena en donde todos los actores cumplen cierta función y él de alguna manera tiene que buscar la suya, siendo influido obviamente por los demás.
En este tiempo lo que se pone en relieve es la unión: madre-hijo (masa de dos según el psicoanálisis). En este momento el infante cuenta únicamente con la referencia que brinda la madre, sujetándose a una ley “caprichosa” de la madre (a lo que ella quiera). “La ley de la madre es una ley encontrada”, es decir, no hay nada que pueda separarlos, nada que sirva de punto de referencia para comprender: donde termina el deseo de la madre y donde comienza el deseo del infante.
Lacan se pregunta ¿Qué desea el sujeto (entiéndase por sujeto el infante)? ¿Qué desea ese sujeto que acaba de llegar? Pues no sólo desea los cuidados y la presencia de la madre sino también ubicarse en su deseo y su deseo es “deseo de la madre”. Es saber que desea la madre, para orientarse hacia ella, a partir de lo su progenitora desea y con eso intentar cumplir lo que el infante cree que ella desea, lo que imagina le hace falta. A esto Lacan responde “que el deseo del sujeto es deseo del deseo de la madre, es decir su deseo estará marcado por el deseo del Otro”.
En un segundo momento después que el niño se cree complemento de su madre y que ella es su complemento, se enfrenta a la realidad, percibe que él no es todo para su progenitora, ni que además ella se encarga exclusivamente de él porque existen otras cosas de las que debe atender su madre. Este contexto se remarca porque entran terceras personas que impiden esa fusión madre-hijo, aunado a sus intereses y actividades en general. Esto significa que la madre desea mas allá de su hijo, es decir, fuera de su vástago, mostrándose dos divisiones: el niño no puede ser todo para su madre y la madre tampoco se completa con su vástago, esto quiere decir que su deseo esta mas allá de él.
En consecuencia en el infante surge un fantasma que pregunta ¿En que otra parte se encuentra?, si no soy yo lo que cumple esa falta ¿Qué cosa será entonces?, si yo no la satisfago ¿Qué podrá ser lo que cumple esa satisfacción? Obviamente no hay nada que venga a satisfacer “aquello” y aquí se instaura para el niño la imposibilidad de ser “aquello” que la madre desea, lo que anhela, el infante va a intentar resolver ese dilema encaminándose hacia allá, hacia el deseo del otro.
Ahora bien, Lacan continua argumentando que la Función Paterna intervine entre el niño y su madre. En el mejor de los casos será el padre quien establece una doble pauta, primero diciéndole a su esposa que deje de atender por unos momentos al infante, que lo voltee a ver a él (con eso suspende la absorción maternal hacia su vástago); y segundo, envía un mensaje al hijo: “tu no eres todo para ella”, “siempre existen otras cosas más”, le demuestra al hijo que su madre también quiere en otra parte y que además se satisface con otras cosas. Con esto le muestra el padre al niño que no posee lo que le falta a su madre y es imposible que pueda dárselo, con esto hace el discernimiento del deseo de ambos, que si bien son paralelos resultan ser diferentes, por lo que le incita al niño a buscar en otra parte, le brinda referencias y modos para facilitarle emprender la acción.
«La introducción o la intervención de la Función Paterna permite que el niño no quede atrapado en esa posición totalitaria y caprichosa de la madre, dando pauta a la “castración”, y con eso le brinda la entrada a una ley universal, que le dará cabida en la cultura. Es importante que la madre otorgue su anuencia para permitir la Función Paterna, pero si llega a desvalorizar al padre ese lugar quedará vacío y no habrá fuerza para que se produzca el tercer tiempo del Complejo de Edipo».
La Función Paterna le brinda al infante la oportunidad de ir a buscar en otra parte, algo con qué puede llegar a identificarse para lograr abandonar esa posición donde él cree que es lo que a su madre le falta. En este momento le da lugar a la palabra, con lo hace un sujeto deseante. Ahora el niño se debe de ocupar de un nuevo trabajo —que es el parteaguas— de fijarse bien hacia donde apunta el deseo de la madre, y con eso tener una referencia para saber hacia donde se dirige el suyo.
Aquí se instaura la lógica de la neurosis. El símbolo “$” es un termino utilizado por Lacan para nombrar al sujeto, “dividido” ya que es un sujeto constituido a partir del deseo, es decir que es un «sujeto deseante» y por esta razón es un «sujeto en falta», continuará toda su vida haciendo ese intento, que siempre resultará fallido porque la ley universal de entrada a la cultura deja una huella inconsciente: no existe nada que se pueda hacer, por más que se intente porque es imposible colmar el deseo. La solución que el sujeto le encuentra a esté descubrimiento es buscar un modo de obturar esto y se pasara el resto de su vida tratando de buscar situaciones que lo complete.
En la Estructura Neurótica existen dos maneras de simbolizarse, una es a través del «significante» y otra a por medio de la vía «no significante», también llamada «vía del fantasma». Esta última la utiliza el neurótico como solución en donde utiliza los objetos para suturar la división subjetiva y restituir la aporía del sujeto. Lo que produce la continuidad de la búsqueda de ese objeto es el Goce, lo que Lacan llamaría un «Plus de Goce» añadido del exterior que es admitido en la economía subjetiva. Lo que significa que el sujeto sabe que ese objeto no es el que vendrá a saturar su división, pero en cambio busca la privación, en donde el objeto llegara a ser enmantado por el deseo sin llegar a ser Goce.
Los señalamientos que manifiesta Sigmund Freud y Lacan para la constitución del sujeto, el primero formula que los “objetos del deseo” son siempre “objetos reencontrados” sustituidos del primero (madre); mientras que para el último autor nunca hubo un primer objeto que lo completó, simplemente es una ilusión que nos impulsa a buscar, a seguir... toda la vida.

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