Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 5 de junio de 2017

Los celos del padre y la madre dirigidos a su hija adolescente.

El peligro para la niña o la adolescente sólo puede provenir del padre o del amante de la madre, el único sujeto totalmente valorizado por su persona, y que se percibe sólo en caso de concupiscencia sexual por parte de éste.
El papel del padre es patógeno cuando su Superyó severo interfiere en la relación vincular con su hija. El padre tiene asignado el rol de formador del cambio, y lo sigue siendo hasta concluida la adolescencia: anticipando su porvenir, apoyándola en sus proyectos de establecimiento social, en sus ensayos de alejamiento del hogar familiar, desarrollando la madurez cívica, que la acompaña con su estima en la orientación cultural o profesional, que la libera de su dependencia y en la que él manifiesta su confianza, sin curiosidad ni intromisión —a propósito— de sus relaciones afectivas. Lamentablemente existen padres que se disfrazan de sobreprotectores y con ello dejan profundas secuelas en el desarrollo de su hija.
Ahora bien ¿Qué ocurre con la sexualidad genital de la hija durante la pubertad y adolescencia y el primer acto sexual, del que la joven espera su desfloración?
Muy a menudo, está la masturbación de la pubertad y los fantasmas conscientes o no, de violación y de rapto, cuyo autor imaginado pertenece regularmente a su entorno familiar o social.
Se brinda la joven una oportunidad de conformar un vínculo afectivo, si se atreve a renunciar a sus ensueños, a servirse de sus armas femeninas para triunfar sobre sus rivales y hacerse notar, para agradar y seducir al muchacho que le atrae. En este sentido, véanse los estragos narcisistas que le provocan a la joven las escenas paternales con ocasión de los primeros intentos de tener novio, cuando comienza a maquillarse, a vestirse de manera seductora, a asistir a fiestas, las llamadas telefónicas que le hacen salir de casa de manera imprevista, etcétera. Las escenas maternales son generalmente, por el contrario, menos traumatizantes, aunque ciertos señalamientos en cuanto a su adorno corporal y las actitudes de seducciones que presenta la joven hacia los hombres, pueden ser reprendidas por la madre que se «justifica supuestamente» en la moralidad pero que en realidad son el resultado de su homosexualidad dirigida hacia a la hija, combinada con una proyección de sus deseos adúlteros. Al manifestarse así, tales madres provocan una fractura crucial en la evolución libre de la sexualidad de su hija, que puede ser igual o mayor que la producida por padres celosos.

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