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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 1 de junio de 2017

La perversión y la hostilidad.

La perversión es una forma erótica del odio, que provienen de fantasías inconscientes que se traducen en  ensoñaciones diurnas, ya sean producciones propias del sujeto, o tomadas de ejemplos de otros, cuya motivación principal es la «hostilidad». Con «hostilidad» nos referimos al deseo de provocar daño al objeto, haciendo la distinción de la «agresión» que tiene un significado y connotación diferente desde el punto de vista del psicoanálisis.
La «hostilidad» que presenta el perverso surge de las fantasías que tienen como finalidad vengarse inconscientemente de un traumatismo surgido en la infancia, que simboliza: triunfo.
Para que el perverso alcance el «Goce» sus actos deben contener algún tipo de riesgo.
La perversión pone en marcha un deseo prohibido de forma inconsciente, es decir, un deseo proveniente del Complejo de Edipo con una connotación primordialmente homosexual para reconstruir la «escena primaria» (relación sexual observada, escuchada o fantaseada entre los padres por el infante) y la restaurar la seducción erótica de los padres hacia el hijo, por lo que el acto perverso le deja al sujeto una sensación de «déjà vu» (como si ya antes se hubiera hecho, en otro tiempo, en otra vida).

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