Generalmente cuando el psicoanalista (hombre) se involucra sexualmente con su psicoanalizada (mujer) esto represente un síntoma de la psicopatología caracterológica narcisista del primero, y su concomitante patología superyoica significativa. No obstante, en ocasiones se involucra una dinámica puramente edípica; puede ser que el cruce de los límites sexuales de la relación psicoanalítica represente simbólicamente el cruce de la barrera edípica para el psicoanalista, un «acting out» de la psicopatología masoquista en un deseo inconsciente de ser castigado por una transgresión edípica.
Obviamente cualquier involucramiento sexual psicoanalista-psicoanalizado trae graves consecuencias para la «cura» del segundo, que nunca llega a un buen fin.
Si la vida sexual del psicoanalista es satisfactoria, tendrá mucho más probabilidades y capacidades de ayudar al psicoanalizado a resolver las inhibiciones y limitaciones que padece en esta área esencial de la expresión humana.
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