A pesar de las buenas intenciones que tenga la mujer histérica respecto a su feminidad y sexualidad, sigue interrogándose si en la estructura del lenguaje, o en las leyes de la cultura, o en las convenciones sociales, o en los mitos sobre la mujer, esa categoría de «objeto» a la cual se halla condenada no podría revisarse con la finalidad de modificarse sustancialmente.
Jacques-Marie Émile Lacan se pregunta ¿Por qué la impotencia del saber que la histérica engendraría provoca «...que su discurso se anime del deseo...». Esta pregunta conlleva a cuestionarnos ¿Por qué esa tendencia distintiva de la histérica a la erotización? Cada vez que oye hablar de ella, lee sobre su personalidad, estudia su tema, fantasea su destino, sueña sus con anhelos, irremediablemente aparece el deseo sexual, la meta del orgasmo vaginal y el hombre como objetivo de su vida ¿Es esto cierto, o el malestar histérico reside justamente en la reducción de su condición humana a su sexualidad, en la superposición y confusión entre feminidad y sexualidad, entre su ser social y su erotismo?
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