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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 5 de junio de 2017

Placer y dolor, sadomasoquismo.

La experiencia masoquista sexual necesita del dolor, sumisión y humillación para obtener la satisfacción sexual correspondiente a manera de un «castigo inconsciente» por las implicaciones edípicas prohibidas de la sexualidad genital en la infancia.
El masoquismo como parte de la «sexualidad infantil perversa polimorfa», constituye el aspecto central de la excitación sexual, basado en la respuesta potencialmente erótica a la experiencia del dolor físico y en la transformación simbólica de esta capacidad para convertir el dolor en excitación sexual y en la aptitud para absorber o integrar el odio en el amor (Otto Kernberg).
Como lo han señalado Carl Mueller-Braunschweig y Michael Fain, el objeto del deseo sexual es originalmente un objeto tentador: la madre sensualmente estimulante y frustradora; y la excitación erótica, con su componente agresivo, es una respuesta básica a un objeto deseado, frustrante y excitante.
En circunstancias óptimas, los aspectos dolorosos de la excitación erótica se transforman en placer realzando la excitación sexual y la sensación de proximidad al objeto erótico. La internalización del objeto erótico, el objeto del deseo, también incluye las demandas que ese objeto plantea como condición para mantener su amor.
La fantasía inconsciente básica que se desarrolla en el masoquista se podría expresar: “Me haces daño como parte de tu respuesta a mi deseo pero acepto el dolor como parte de tu amor que es lo que consolida nuestra proximidad, me estoy volviendo como tú al gozar del dolor que se me inflige”. La demanda del objeto también puede traducirse como un código moral inconsciente que se expresa en una fantasía inconsciente básica que se pronunciara: “Me someto a tu castigo porque debe ser justo. Lo merezco como garante de mantener tu amor, y al sufrir pago un precio por conservar tu amor”. Las implicaciones agresivas del dolor (la agresión del objeto deseado, o que se le atribuye, y la reacción iracunda al dolor) aparecen entonces entretejidas o fusionadas con el amor como parte indispensable de la excitación erótica, según lo han enfatizado Braunschweig y Fain y Robert Jesse Stoller y como parte de la “defensa moral” descrita por William Ronald Dodds Fairbairn.

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