“Cada posición de la vida ofrece una perspectiva distinta de ella. Los sujetos apegados a los dispositivos móviles piensan en otro mundo, porque acostumbrados a estar encorvados, se han hartado de mirar éste”.
El lector que se interesa por temas sobre psicoanálisis tiene efectos regularmente positivos aunque tampoco se descarta —en la minoría de los casos— que pueda tener alguna consecuencia negativa sobre su vida, todo dependerá qué comprenda y cómo asimile la lectura.
Las publicaciones sobre psicoanálisis generalmente están dirigidas a quienes conocen sobre la materia. Donde podría existir algunos inconvenientes es en las personas —que por curiosidad se interesan sobre el tema— que al momento de leer llegará a despertar o sacudir algunos aspectos inconscientes y llevarlos a creer que no tienen una vida lograda, o son desdichados en algún aspecto de su existencia, sobre todo en su sexualidad. Por ejemplo, cuando el psicoanálisis aborda sobre la intensidad y profundidad del orgasmo femenino y la lectora se percata que ella nunca los ha tenido en tal magnitud; puede desencadenar algún grado de angustia o incluso que presente cierta frigidez posterior, que la lleve a pensar que padece alguna patología, cuando en verdad su sexualidad se posiciona dentro de la “normalidad”.
El psicoanálisis siempre va encaminado a que el sujeto, desde la “Estructura” subjetiva que se posiciona, tenga más y mejores oportunidades de adaptarse a las circunstancias que le rodean, el psicoanálisis no cura en el sentido literal de la palabra, sino intenta que el Yo se afirme y tenga una mayor flexibilidad con las otras dos instancias intrapsíquicas (Ello y Superyó) en aras de una mejor relación vincular con el otro.
Sería muy lamentable —y no es la intención del psicoanálisis— que, por ejemplo, una mujer dichosa, buena amante y responsable como madre, de pronto leyera un artículo sobre psicoanálisis y se cuestionara: «¡Ah, pero yo sólo tengo un orgasmo, eso no está bien, y además no todas las veces! ¡Y mi marido no siempre tiene erección! ¡Entonces, quizá yo no soy suficiente mujer como debería ser!». Y luego comience a preocuparse exacerbadamente en cada coito, se mire en el espejo, y al observar arrugas en su rostro piense que es evidente que no está tan bien como debería estar, y con este actuar se interrogue por el resto de su vida.
Ahora bien, toda obra de divulgación, toda lectura tiene estos efectos secundarios bastante nocivos y no únicamente el psicoanálisis. La misma subjetividad del sujeto provoca que manifieste una especie de “deseo de perfeccionamiento”, algo que lamentablemente no existe, al menos desde el punto de vista de la “psicología profunda”. Lo que si existe es una investigación psicoanalítica responsable y permanente al respecto, que puede contribuir a un mejoramiento de la vida psíquica del sujeto, pero dicho mejoramiento no es por medio de la lectura respectiva, con la cual el sujeto tenga la intención de poner en práctica un autoanálisis —sin descartar tampoco que la lectura posee una poderosa acción sugestiva— sino más bien promueve la relación directa y personal psicoanalista-psicoanalizado que abre la posibilidad a una «cura», donde la «transferencia» será la encargada de alcanzar ese bienestar.
Ahora bien, los medios de comunicación masiva y el vocabulario corriente, al retomar fragmentos del lenguaje psicoanalítico, han estimulado este “fantasma de perfeccionismo” con una finalidad preponderantemente económica. Estas lecturas versan regularmente sobre el “fantasma de perfección” del amor de pareja y de las relaciones parentales. Esto lo leemos casi a diario, sobre todo en las redes sociales que facilitan ese tipo de lectura: “Más que besarla, más que acostarnos juntos; más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano, y eso era amor” de Mario Benedetti; “La vida no está hecha de deseos y sí de actos de cada uno” de Paulo Coelho; “La felicidad es una sombra de la armonía, persigue la armonía. No hay otra forma de ser feliz” de Bhagwan Shree Rajneesh conocido como Osho. Los argumentos o ideas que presentan estos autores —como muchos otros más— resultan ser loables pero que lamentablemente se ubican fuera de la realidad por lo cual el sujeto está impedido para llevarlas a cabo de manera cotidiana. Al no alcanzar esas metas, se acrecienta la angustia. Esta es una de las razones, de la manía que se tiene por el uso excesivo de los dispositivos móviles, donde se lee, se escribe y se comparte en las redes sociales pensamientos de este tipo, en un intento compulsivo de encontrar la respuesta a algo que agobia.
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