Las fantasías que tiene el sujeto sobre la muerte del partenaire y la suya, son comunes en todas las relaciones y se encuentran vinculadas con la estabilidad de la pareja.
Cuando surge una enfermedad grave o una amenaza a la vida, quizá resulte más fácil tolerar la perspectiva de la propia muerte que de la del partenaire ¿Qué significa esto? La fantasía de fallecer primero antes que la pareja, inconscientemente representa la supervivencia del primer objeto de amor: la madre. Preservarla a costa de cualquier sacrificio. El caer muerto en nuestros brazos el ser amado —figurativamente hablando— expresa una fuente básica de angustia pero sobre todo inseguridad e incertidumbre a nuestra vida. La pérdida radical de la madre, el prototipo del abandono y la soledad, es la amenaza básica de la cual se protege la supervivencia del otro; esta preocupación acrecienta el amor al partenaire y el deseo inconsciente de que el otro sea inmortal. Repetimos lo que el infante le exclama a su madre: ¡Mamá no quiero que nunca mueras!
La angustia básica se complementa con la perspectiva aterradora de la propia muerte como triunfo final del otro excluido, el peligro de ser reemplazado por el rival edípico: la expresión “hasta que la muerte nos separe” se experimenta como una amenaza fundamental, una cruel broma del destino; simbólicamente representa la «castración». La confianza básica en el amor del partenaire y en el propio amor a él reduce significativamente este miedo al tercero excluido, y ayuda a tratar con la angustia por la muerte propia.
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