Jacques-Marie Émile Lacan dice en el Seminario 23, que: “Cuando uno se cree macho es porque se tiene un pequeño cabo de cola (pequeño cabo de cola es sinónimo de pene) Es decir, que para creerse macho no alcanza con tener ese pequeño cabo de cola entre las piernas, y agrega: “El falo es la conjunción de ese parásito, el pequeño cabo de cola en cuestión, con la función de la palabra”. Por lo que se trata que el pene responda al “significante” cuando la excitación se puede lograr con el pensamiento, esto es lo que nombramos «falo» desde el punto de vista del psicoanálisis.
Ahora bien, para que el falo esté inscripto no alcanza con que alguien tenga un pene, hace falta que ese órgano responda de cierta manera a la palabra. Entonces, la inscripción del falo coincide, de alguna manera, con esa relación entre un órgano y la palabra, que es lo que Lacan después llamó “hacer de un órgano un instrumento”.
Hacer de un órgano un instrumento responde a estas características, a que el órgano pueda ser utilizado como una herramienta, en este caso podría ser para relacionarse con el otro sexo. Hay que ver toda la sintomatología masculina respecto del órgano, cuando eso no funciona de acuerdo a lo que ese hombre pretende del órgano, es decir, cuando no se excita en el momento en que, según el portador, debería excitarse o cuando deja de excitarse y espera que se excite, etcétera. Toda la sintomatología está puesta —siempre y cuando se trate de una neurosis— en términos de que no responde a la palabra. Hay toda una cultura masculina de la relación que mantiene cada hombre con su pene, por decir cuando se expresa: “Justo en el momento que lo necesitaba, no respondió”.
La vida cotidiana muestra que los hombres tienen una relación muy peculiar con su “instrumento” y no se muestra con alguna otra parte del cuerpo. Para el hombre su “instrumento” es como si fuera su amigo, incluso se dirigen a su miembro viril como si se tratase en tercera persona: “No obedece”, “me ha dejado en vergüenza”, “se desempeño muy bien”, “en ocasiones se alborota sin razón alguna”, etcétera; es como si se tratara de un «ser independiente» que vive entre sus piernas, algunos les ponen hasta un sobrenombre: Esta noche cena “Pancho”, “juguetón”, “travieso”… A esto se le nombra la «inscripción del falo», es decir que el órgano empiece a responder a la palabra.
Por otra parte, Lacan plantea que para acceder al otro sexo es necesario pagar el precio de la pequeña diferencia, y dice: “…que pasa engañosamente a lo real por el intermediario del órgano”. Y más adelante agrega que un “…órgano no es instrumento sino por intermedio de esto en lo que todo instrumento se funda, es que es un significante”.
Habría así una diferencia entre lo que llamamos un órgano y un instrumento, en tanto el órgano deviene instrumento en su conexión con el significante. En este punto es que Lacan avanza y propone que el transexual es, en tanto significante, que no quiere más de esto (lo que le tocó en suerte) y no en tanto órgano. Cometiendo el error —dice Lacan— “error común”, de no querer ser “significado del falo por el discurso sexual”. El error es entonces, querer forzar el discurso sexual, en tanto simbólico, en un pasaje a lo real, es decir, forzarlo por la via de la cirugía, o sea la reasignación sexo-genérico.
Hay un error común —continúa este autor— en confundir lo real del órgano con su articulación al significante en tanto instrumento, que se denota drásticamente en los transexuales; con las consecuencias funestas que, a nivel subjetivo, traen regularmente dichas cirugías a los transexuales. En relación a ese error común y las consecuencias que puede acarrear, se debe dilucidar las diferencias entre órgano e instrumento, entre pene y falo. Es decir, que el falo tenga la imagen preponderante del pene es un hecho que, por supuesto lo destaca Sigmund Freud, pero no es el primero en hacerlo, es un hecho que está históricamente insertado en la cultura, en la antigua Grecia cuando se veneraba al falo se le representaba como un pene obviamente erecto. Es decir, que no es algo que inventa Freud sino que lo encuentra en esa civilización, como en casi todas las culturas ancestrales se veneraba al pene erecto. Llegado a este punto surge la pregunta ¿Cuál es la razón de esa ligazón entre pene y falo? ¿Por qué la pregnancia de esa imagen del pene erecto sobre el falo? Por decir, cuando se adoraba al dios de la fertilidad, se lo veneraba con esa imagen. O sea, la posibilidad de que se trate de un órgano que tiene la capacidad de erección es crucial para que el pene se enlace al falo. Es la idea que está muy presente en Freud y es lo que le hace pensar que el clítoris también puede hacer las veces de falo. Él lo liga directamente con esta posibilidad de la detumescencia y la tumescencia, es decir, con la alternancia que implica un órgano que tenga la capacidad de erección. Vean cómo lo dice Freud: “Esta parte del cuerpo que se excita con facilidad —parte cambiante y tan rica en sensaciones— ocupa en alto grado el interés del niño”.
Lacan en el Seminario 4 dice que el “…el falo, no es el aparato masculino en su conjunto, es el aparato genital masculino exceptuando su complemento, el escroto por ejemplo […] la imagen erecta del falo. Esto es lo fundamental, sólo hay una”.
¿Por qué la erección es un rasgo que permite identificar al falo? Es crucial para entender muchísimas cosas de la enseñanza de Lacan y de la obra de Freud.
Lacan señala que el falo es más importante por su ausencia que por su presencia, pero ¿Qué interés tiene esto para el psicoanálisis? Porque estádirectamente ligada a la castración.
¿Cuándo el infante entra al Complejo de Castración? Cuando se topa con la ausencia de falo. Podemos invertir la cuestión, si estamos en la premisa universal del pene, alli no hay ninguna castración, porque la premisa dice: “Todos lo tienen”. Es decir, que allí aún no está instalada la castración, es la premisa básica de la que uno parte para que después se instale la castración. Por esto Lacan dice que es más importante por su ausencia que por su presencia. De modo, que es a partir de su ausencia que se instala la castración en tanto tal. Por consiguiente lo fundamental del falo es la alternancia entre presencia y ausencia, sino no tendría el valor que tiene en la estructura. Sin embargo, uno podría seguir preguntándose ¿Por qué el pene tiene pregnancia imaginaria sobre el falo? Así lo plantea Lacan en el Seminario 3, y termina respondiendo varios seminarios después, con el argumento de que la característica esencial del falo, en términos simbólicos, es la de indicar la ausencia, y aquí afirma que: “…el falo es más significativo por su caída que por su presencia”.
Por lo tanto, el avance siguiente, ya no tan explícito, es articular la presencia y ausencia simbólica del falo a la alternancia real de la tumescencia y detumescencia del pene. Es decir, que lo simbólico del falo, en tanto ausencia y presencia, se articula a lo real del pene en tanto tumescente y detumescente. Así se entiende cuando Lacan enuncia que: “…la detumescencia, en el macho, ha engendrado esta convocatoria de tipo especial que es el lenguaje articulado”.
Resumiendo en los “Tres Registros” (Real, Imaginario y Simbólico) podemos señalar que si en lo real hay un órgano que tenga la alternancia real de la detumescencia y la tumescencia, eso encaja con lo imaginario con la alternancia simbólica de la presencia y ausencia.
Es un hecho real que ese órgano tenga la posibilidad de la detumescencia y la tumescencia y esta es una alternancia que, a partir de que estamos en el lenguaje y, especialmente, para la neurosis, es leído como ausencia y presencia de falo. Es decir, que es esta capacidad de que sea un órgano eréctil lo que produce esa pregnancia imaginaria sobre el falo. Consecuentemente, y a partir del Complejo de Edipo, esa alternancia del órgano es leída como «falo-no falo», o como «presencia-ausencia».