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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 4 de agosto de 2017

La influencia de la cinematografía en el espectador.

¿Habéis contemplado el mar durante sus horas de hastío? Parece agitar las olas asqueado de sí mismo. Las expulsa para que ya no vuelvan más. Pero vuelven y vuelven sin cesar. Eso mismo nos pasa a nosotros. ¿Quién nos hace volver a nosotros mismos cuando más nos esforzamos en alejarnos? Émile Michel Cioran.

​La experiencia que brinda la cinematografía como fenómeno artístico provoca confrontar al espectador con su ambivalencia, evocando lo pulsional, provee objetos que recrean el «Goce» del sujeto y le permiten articularlo de nuevas formas, construyendo coyunturas y conformar su «cadena significante», dejándolo ante su vacío que le brinda la oportunidad de interrogarse sobre su verdad más profunda. Cuando esto ocurre, la experiencia trasciende lo “Imaginario” para completarse en lo “Simbólico”, durante este proceso el sujeto siente ambigüedad porque está elaborando nuevas articulaciones para encontrar el sentido. En este proceso, el sujeto espectador puede encontrar «significantes» intermedios que se asocien con su inconsciente, que le proveen nuevas formas de articulación para sus representaciones mentales reprimidas, llamándolas a la interpretación, a su desciframiento.
La experiencia audiovisual convoca al objeto, «causa de deseo», durante la narración. Dicho objeto tiene su fundamento en aquella experiencia alucinatoria que rememora la vivencia primaria de satisfacción, aquella huella mnémica que ha quedado impresa como una marca en el sujeto, marca que habla del objeto irremediablemente perdido, que ha condenado al sujeto a la insatisfacción al no encontrarlo.
Pero ¿De dónde proviene esa huella mnémica del objeto irremediablemente perdido?
Las primeras excitaciones sexuales provienen del cuidado materno en la niñez pero estas generan a su vez una necesidad de satisfacción mayor. La experiencia cinematográfica apunta al Goce autoerótico como fenómeno pulsional, ya que la sexualidad participa en todo momento en la vida psíquica del sujeto. Esta sexualidad se traza, entre otros elementos, a través de la satisfacción parcial ligada a las diferentes zonas erógenas (visual, olfativa, táctil, anal, oral…), en las cuales experimenta un incremento de excitación, que rememora placeres percibidos desde su más remota infancia.
Sigmund Freud indagó en sus estudios cómo el sujeto en su madurez intercala las vivencias de su niñez con fantasías que produce a partir del recuerdo de la experiencia; también sitúa a la pulsión sexual como un factor determinante para la estructura psíquica y sus perturbaciones.
Por su parte Jacques-Marie Émile Lacan señala que la pulsión realiza un circuito al bordear el objeto, para dar cuenta de la “no relación sexual”, creando con eso la “falta”.
La pulsión tiene un carácter plástico, que implica que puede ser moldeada y dirigida a un objeto cualquiera, cuya fijación se establece por la satisfacción brindada, lo cual evidencia la contingencia de este. Es en este punto donde se ubica la articulación de la experiencia cinematográfica con la realidad del sujeto espectador, donde lo conmueve al convocar la «falta» y evocar objetos pulsionales generadores de Goce, objetos mirada y voz, que están más allá de la fantasía, en el registro Real.
A través del lenguaje cinematográfico y la estructura narrativa, constituida a partir del vacío, se entabla el juego en el que el espectador se enfrenta con el deseo y su prohibición, al presentir de forma velada y evanescente el encuentro con el objeto que emerge de forma ilusoria evocando un efecto de llenado; éste aparece y desaparece para evocar la ilusión de completitud y la falta alternadamente, hasta crear la contradicción en aquello ambiguo que la experiencia revela; con ello incita el conflicto en el espectador al no poder significar la vivencia. El sujeto moviliza su fantasma en aras de encontrar un efecto tranquilizador; aquella mirada del film que interroga encuentra respuesta en la estructura fantasmática del sujeto, lugar también donde opera la interpretación.
Dar cuenta de un recorrido por la experiencia cinematográfica para develar aquello que de ella conmueve al espectador, apunta a interrogarnos por la interpretación y por el lugar a dónde esta va dirigida.
El efecto mágico que nos envuelve la experiencia cinematográfica se refiere al poder que tiene el arte para suscitar cosas extraordinarias de forma ilusoria, característica concerniente al estatuto del arte que se ubica en el registro Real, al evocar objetos a que llaman al Goce del sujeto y lo destituyen de su cadena asociativa al recrear su presencia y al mismo tiempo el vacío.


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