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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 4 de agosto de 2017

La vergüenza de observar directamente a los ojos.

Regularmente el rostro es la única parte del cuerpo que permanece todo el tiempo desnuda durante nuestra vida cotidiana; los niños se ven obligados a satisfacer toda su curiosidad respecto a las demás partes del cuerpo humano observando la cabeza o el rostro de los adultos, sobre todo los de sus padres y familiares más cercanos. De este modo cada parte del rostro se convierte en una representación de una o más zonas sexuales, esto se puede constatar en los dibujos que realizan los niños donde el pene está representado por la nariz, los testículos por los ojos y el vello púbico por las cejas o el cabello, por poner un ejemplo. Por lo tanto el rostro es particularmente apropiado para representar los genitales masculinos.
La confusión que se experimenta cuando nos observan directamente a los ojos o miramos de la misma manera a nuestro interlocutor, puede resultar en ruborizarse o impedir poder contemplar a los demás, esto se explica sin lugar a dudas por el importante simbolismo sexual de la región ocular.
Este mismo simbolismo es el que debe contribuir a explicar el notable efecto que producen los ojos del hipnotizador sobre su médium. También nos podemos remitir al simbolismo sexual oculto en expresiones como: “tienes ojos tiernos”, “bajar púdicamente los ojos”, “tener el ojo atento”, así como la locución “echar el ojo a alguien”. Algunas de esas reminiscencias sobreviven en los sujetos cuando llegan a adultos, en el mito del tamaño de la nariz es proporcional al tamaño del pene.


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