“Hay algunos hombres tan necios que si una sola idea aflorara a la superficie del cerebro, ésta se suicidaría aterrada de su soledad”. Émile Michel Cioran.
La perspectiva psicoanalítica centra su interés en la singularidad de cada sujeto, donde solo él es quien puede dar respuesta a su síntoma, y una vez ocurrido esto se origina la sustitución del «Goce» de la sustancia en el cuerpo por el de la palabra. De esta manera el toxicómano es casi un paradigma de un mundo de solitarios consumidores, que rechaza el vínculo con el Otro, su intoxicación ésta en ruptura con la Ley* (La ley, al demarcar lo permitido y lo prohibido, permite al humano el ingreso al universo simbólico donde es posible sustituir lo ausente, lo prohibido, por otros objetos o signos), que implica un Goce no articulado. La meta del enfoque psicoanalítico no es “curar” sino articular la verdad.
*La Ley es un concepto usado en psicoanálisis lacaniano para significar al conjunto de normativas que se instalan en el inconsciente de un sujeto durante la infancia. En tal sentido la Ley tiene mucho en común con el Superyó descrito por Sigmund Freud.
La Ley es considerada específicamente como procedente de quien cumple la función paterna, éste puede ser el padre (biológico o cualquiera que ocupe su lugar estructural). Así el significante padre instaura la Ley separando al infante de la madre y mediante esta separación el sujeto es integrado en el orden simbólico del lenguaje, del discurso de la cultura. Además de imponer normativas inconscientes, la Ley organiza racionalmente al psiquismo del sujeto.
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