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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 15 de agosto de 2017

El dispositivo móvil provoca una ineficaz comunicación.


La era postmoderna trae consigo el concepto que los adultos ya no son el modelo a seguir sino por el contrario, ellos deben imitar a los jóvenes, la publicidad mediática lleva esta función enfocada en cimentar la creencia que ser joven es el “ideal” primordial de esta cultura.
Los jóvenes no visualizan un futuro claro, no desean hacer el esfuerzo y someterse a un proceso para «conseguir» lo que anhelan, creyendo que se les tiene que «dar» como algo natural, que es inherente a su existencia. No importa la razón por lo que se quiera tener algo, lo trascendental es que debe obtenerse inmediatamente, no hay tiempo de espera y la postergación es sentida como sufrimiento; lamentablemente los padres no han hecho bien su papel: enseñar al hijo a ser tolerante durante la espera.
Los padres entran a ese perjudicial juego de brindar todo a su vástago, respondiendo a todas las demandas intentando colmar ese deseo insaciable de trasfondo.
Esa inmediatez tiene su correlativo en la frase: “No sé exactamente lo que quiero ni para que lo quiero, pero lo quiero ya”, lo que dirige al sujeto a caer en una trampa, en un círculo vicioso del cual resulta difícil salir porque no se alcanza nunca a colmar esa saciedad, no se trata únicamente de una «necesidad», sino de un «deseo» y éste es imposible de satisfacer, por eso resulta tan fugaz la sensación de bienestar ya que la demanda se salda pero el deseo es siempre inmutable.
Esta es una época donde los límites son inexistentes, y los excesos es la moda, aunado a una incipiente “Función Paterna” donde ambos progenitores son causantes de esa inadecuada “Función”.
La adicción —como lo entiende la mayoría— no es únicamente el abuso del consumo de sustancias tóxicas, sino tambien tiene que ver con la “moda”: tener el dispositivo móvil más reciente, portar la ropa de novedad, comprar la bicicleta de mayor innovación, estar a la vanguardia en el consumo de bienes y servicios. El “tener” suple al “diálogo”, la comunicación es inexistente si no se cuenta con un medio tecnológico para ello, aunque la conversación vaya dirigida con quien vive en la misma casa.
Hijos y padres hastiados de observarse de frente, a los ojos, se inclinan a mirar sus celulares, se aíslan, iniciando un viaje a modo individual, donde la relación con el celular se ha convertido en algo excesivamente personal, que implica un repliegue narcisista hacia el interior del sujeto. El ser parlante se va quedando irremediablemente mudo ante su partenaire, amistades y familiares.
La depresión que sufre el sujeto —depresión que se presenta regularmente a lo largo de la vida por diferentes circunstancias— lleva la sensación de soledad que el sujeto intenta evadirla de múltiples maneras por resultarle insoportable. La tecnología le proporciona un bienestar efímero a eso, aunque también le abre el camino a una grave y permanente dependencia en el campo de la fantasía que proporciona la virtualidad.





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