“Mi avidez de agonías me ha hecho morir tantas veces que me parece indecente abusar aún de un cadáver del que ya nada puedo sacar”. Émile Michel Cioran.
Para algunos existe un miedo mayor a la muerte: el miedo a la locura, pero para fortuna no a todos les toca, pues como decía Jacques-Marie Émile Lacan: “No es loco quien quiere”; aunque teóricamente esto una posibilidad, cuando se presenta un desenlace “fatal”, a partir del momento que muere o nos separamos del ser querido con lo que se puede perder el sentido de la “cordura”, ¡Si es que existe verdaderamente la cordura! Con esto las palabras y los actos dejan de tener el significado que estamos acostumbrados a darles. Después que se ausenta el ser amado, en ocasiones llega a esfumarse la capacidad de poder controlar todo lo que nos habita, nuestros comportamientos se vuelven extraños, hasta para nosotros mismos.
Guy Le Gaufey expresó: “La presencia siempre tiene un vacío, y el vacío es la cuestión de la relación”; aunque el ser querido se haya ido sigue con nosotros y ese «vacío es el que mediatiza la relación con los otros»; a partir de que el sujeto acepta su “Falta”, puede desplazar su deseo a otros lados y dejar atrás toda esa persecución de la totalidad.
Jean Allouch cuestiona al texto de Sigmund Freud “Duelo y melancolía”, en cuanto al duelo y al objeto; proponiendo que el objeto no es «sustituible», el duelo no es cambiar al objeto, sino «modificar» la relación con el mismo; perder a alguien es también perder una parte de sí.
Para algunos existe un miedo mayor a la muerte: el miedo a la locura, pero para fortuna no a todos les toca, pues como decía Jacques-Marie Émile Lacan: “No es loco quien quiere”; aunque teóricamente esto una posibilidad, cuando se presenta un desenlace “fatal”, a partir del momento que muere o nos separamos del ser querido con lo que se puede perder el sentido de la “cordura”, ¡Si es que existe verdaderamente la cordura! Con esto las palabras y los actos dejan de tener el significado que estamos acostumbrados a darles. Después que se ausenta el ser amado, en ocasiones llega a esfumarse la capacidad de poder controlar todo lo que nos habita, nuestros comportamientos se vuelven extraños, hasta para nosotros mismos.
Guy Le Gaufey expresó: “La presencia siempre tiene un vacío, y el vacío es la cuestión de la relación”; aunque el ser querido se haya ido sigue con nosotros y ese «vacío es el que mediatiza la relación con los otros»; a partir de que el sujeto acepta su “Falta”, puede desplazar su deseo a otros lados y dejar atrás toda esa persecución de la totalidad.
Jean Allouch cuestiona al texto de Sigmund Freud “Duelo y melancolía”, en cuanto al duelo y al objeto; proponiendo que el objeto no es «sustituible», el duelo no es cambiar al objeto, sino «modificar» la relación con el mismo; perder a alguien es también perder una parte de sí.
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