“El recuerdo del gozo ya no es gozo, mientras que el recuerdo del dolor todavía es dolor”. Lord Byron.
Durante la sesión psicoanalítica el discurso del psicoanalizado le permite a la carga pulsional desbloquearse y ser nuevamente revivida, esto es en sí mismo acto y por medio de las palabras le permite su descarga. Este procedimiento permite al afecto verterse verbalmente; transforma esa carga afectiva y lleva la representación sintomática a modificarse por vía asociativa atrayéndola hacia la conciencia. Esto nos lleva a la frase que dijo Sigmund Freud: “el histérico sufre de reminiscencias”, pero no fue enfático en señalar el lugar que ocupa el afecto, que está invariablemente ligado a la reminiscencia, lo que será primordial en el éxito de la «cura» pues no basta con recordar para curarse, no se trata de leer detalladamente nuestro diario íntimo sino manifestar las emociones aunados a esa lectura, metafóricamente hablando.
Si se lleva con éxito el psicoanálisis, los síntomas merman considerablemente, en otros casos desaparecen, una vez que se logra poner a plena luz el afecto respectivo ligado a la reminiscencia. Esto significa que el psicoanalizado, independientemente que intente describir e interpretar su reminiscencia, también debe darle una expresión verbal al afecto ligado a ella. Un recuerdo desprovisto de carga afectiva es casi siempre ineficaz.
Durante la sesión psicoanalítica el discurso del psicoanalizado le permite a la carga pulsional desbloquearse y ser nuevamente revivida, esto es en sí mismo acto y por medio de las palabras le permite su descarga. Este procedimiento permite al afecto verterse verbalmente; transforma esa carga afectiva y lleva la representación sintomática a modificarse por vía asociativa atrayéndola hacia la conciencia. Esto nos lleva a la frase que dijo Sigmund Freud: “el histérico sufre de reminiscencias”, pero no fue enfático en señalar el lugar que ocupa el afecto, que está invariablemente ligado a la reminiscencia, lo que será primordial en el éxito de la «cura» pues no basta con recordar para curarse, no se trata de leer detalladamente nuestro diario íntimo sino manifestar las emociones aunados a esa lectura, metafóricamente hablando.
Si se lleva con éxito el psicoanálisis, los síntomas merman considerablemente, en otros casos desaparecen, una vez que se logra poner a plena luz el afecto respectivo ligado a la reminiscencia. Esto significa que el psicoanalizado, independientemente que intente describir e interpretar su reminiscencia, también debe darle una expresión verbal al afecto ligado a ella. Un recuerdo desprovisto de carga afectiva es casi siempre ineficaz.
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