Las pláticas durante el psicoanálisis de los sujetos denominados “Don Juan” versan regularmente sobre su búsqueda continua de experiencias sexuales con mujeres. Al principio proclamaban con orgullo su éxito en dichas conquistas, y se enaltecen de su capacidad extraordinaria para la actividad y el placer sexual. Sin embargo, en una observación minuciosa resulta claro que su interés por las mujeres gira exclusivamente en torno a sus senos, nalgas, vagina, piel suave, etcétera, es decir ven a la mujer escindida y no como una totalidad, aunado a las fantasías de que las mujeres ocultan o niegan esas partes de su cuerpo, pero una vez conquistada les parece que dichas partes las “desenvuelven” y las “tragan”, simbólicamente hablando.
En un nivel más profundo mantienen la terrible convicción de que no existe modo alguno de incorporar esas partes de la mujer para completar la belleza femenina en su totalidad; mientras que la penetración sexual, el coito y el orgasmo sólo representaban una incorporación irreal, ilusoria, de lo que admiran y una vez obtenido alardean de su logro.
La gratificación narcisista de “haberse fijado con «buenos» propósitos” en una mujer se diluye rápidamente, y la conciencia de que al cabo de un período breve de «compromiso» se pierde por completo el interés, disminuye la esperanza de encontrar el amor en esas relaciones efímeras y lo que ocurre en ellas.
Asimismo suele ocurrir con bastante frecuencia que mientras el Don Juan tiene relaciones sexuales con una mujer fantasea con otras féminas a las que apenas está conquistando. Esto con la finalidad de empezar a desvalorizar a la que en ese momento posee.
Podemos dilucidar en el Don Juan la atracción especial que siente por las mujeres casadas o comprometidas, que puede ser debido a «conflictos triangulares edípicos no resueltos», o bien por el el hecho de que otros hombre encuentran algo atractivo en las féminas que refuerzan el interés por ellas, que puede tener su origen en una proyección homosexual inconsciente.
Es de resaltar la intensa envidia que sienten estos sujetos por las mujeres, derivada de la envidia y la ira que ha suscitado la madre en su infancia. Regularmente la madre los ha frustrado crónica y repetidamente; sintiendo que ella les a negado —en términos corporales y psíquicos— todo lo que era amable y digno de admiración. En estos sujetos pueden existir recuerdos de haberse aferrado desesperadamente al cuerpo cálido y suave de su progenitora, mientras ella rechaza con frialdad esa expresión de amor, así como denegar las exigencias coléricas del infante.
El Don Juan durante la adolescencia lucha constantemente por controlar la percatación y la expresión de su envidia y odio inconsciente hacia las mujeres, aunque no siempre lo logra.
El psicoanálisis a descubierto en estos sujetos fantasías masturbatorias sádicas desde la infancia hasta la adolescencia, que representan ultrajando, destrozando y torturando mujeres. Pero donde, paradójicamente otorgan el perdón a una de ellas, que les parece inocente, tierna, buena, afectuosa y comprensiva; ello representa simbólicamente una madre sustituta ideal, que siempre brinda, perdona, además de hermosa e inagotable. Al escindir sus relaciones internas con las mujeres, representan por un lado, la dependencia respecto de una «madre buena» idealizada, y por el otro la destrucción retaliatoria de todas las otras «madres malas»; con esto terminan perdiendo la capacidad para establecer una relación profunda en la que pudiera tolerar e integrar sus sentimientos ambivalentes de amor y odio. En lugar de ello, la idealización de los senos, los genitales femeninos y otras partes del cuerpo les permite gratificar regresivamente su erotismo primitivo frustrado, mientras simbólicamente las despoja a las mujeres lo que es específico y único de ellas. Por medio de su promiscuidad reniega de su aterradora dependencia ha sola mujer, e inconscientemente estropea lo que intentan incorporar con avidez.
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