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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

sábado, 25 de marzo de 2017

El trastorno de la sexualidad masculina.

La agresión (no se debe confundir con violencia desde el punto de vista del psicoanálisis) se encuentra al servicio del amor en la relación emocional de la pareja.
A mayor intimidad sexual entre los amantes, progresa paralelamente la intimidad emocional, y con ésta, entra inevitablemente la ambivalencia de las relaciones «edípicas» y «preedípicas» de cada miembro que conforma éste vínculo afectivo.
De un modo conciso y simplificado, podríamos decir que la ambivalencia del niño con respecto a su madre se presenta, a nivel inconsciente, excitante y rechazante durante la primera infancia, su profunda sospecha de que la sexualidad de su madre es tentadora pero al mismo tiempo rehusadora, se convierten en cuestiones que van a interferir en el apego erótico que tenga en su vida adulta, respecto a la idealización y la dependencia de la mujer amada.
La culpa edípica inconsciente y la sensación de inferioridad ante la madre edípica idealizada pueden dar por resultado la inhibición sexual en el hombre adulto, o bien, surge la intolerancia a una mujer que se vuelve sexualmente libre, con respecto a la cual él ya no puede sentirse tranquilizadoramente protector. Un desarrollo de este tipo podría perpetuar la dicotomía entre las relaciones erotizadas y las relaciones idealizadas desexualizadas, una dicotomía típica de los varones en la adolescencia temprana. En circunstancias psicopatológicas (particularmente en sujetos narcisistas), la envidia inconsciente a la madre y la necesidad de vengarse de ella pueden generar una desvalorización inconsciente catastrófica de la mujer como objeto sexual anhelado, con el distanciamiento y el abandono consiguientes.

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