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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 19 de marzo de 2017

La ilusión de enamorarse.

En algunos sujetos narcisistas podemos observar que presentan una capacidad bien desarrollada para la excitación sexual y el orgasmo en el coito pero sin la capacidad para tener una relación amorosa profunda. Regularmente muchos nunca se han enamorado en su vida. Algunos de estos tienen sentimientos intensos de frustración e impaciencia cuando los objetos sexuales deseados no se vuelven inmediatamente accesibles a ellos, y por su insistencia pueden parecer enamorados, pero no lo están. Esto se vuelve evidente en su indiferencia una vez que han realizado su conquista. Asimismo presentan una marcada promiscuidad.
Es importante diferenciar la promiscuidad sexual que presentan los sujetos narcisistas, con los sujetos histéricos con fuertes tendencias masoquistas. En estos últimos, la promiscuidad sexual por lo general refleja la culpa inconsciente por establecer una relación estable, madura, gratificante, «en cuanto ésta representa inconscientemente la realización edípica prohibida». Estos histéricos y masoquistas demuestran capacidad para las relaciones objetales plenas y estables en áreas que no son las del compromiso sexual. Por ejemplo, una mujer histérica con fuertes impulsos inconscientes competitivos hacia los hombres puede desarrollar relaciones estables y profundas con ellos, siempre y cuando no haya ningún componente sexual; sólo cuando se desarrolla la intimidad sexual comienza a interferir en la relación el resentimiento inconsciente por la sumisión fantaseada a los hombres o la culpa inconsciente por la sexualidad prohibida.
En contraste, la promiscuidad sexual de los narcisistas está vinculada a la excitación sexual por un cuerpo que "se niega", o por una persona considerada atractiva o valiosa por otros. Ese cuerpo o persona estimula en los narcisistas, la envidia y la codicia inconscientes, la necesidad de tomar posesión y una tendencia inconsciente a desvalorizar y estropear lo envidiado. En la medida en que la excitación sexual realza temporariamente la ilusión de la deseabilidad del objeto, el entusiasmo temporario por el objeto sexual deseado puede asemejarse al estado de enamoramiento. No obstante, muy pronto la consumación sexual satisface la necesidad de conquista, desencadena el proceso inconsciente de desvalorización del objeto deseado y resulta en una rápida desaparición de la excitación sexual y el interés por el partenaire.
Pero esta situación es compleja, porque la voracidad y la envidia inconscientes tienden a proyectarse sobre el objeto sexual deseado, y el miedo a la voracidad posesiva y la explotación potencial por el objeto sexual refuerza la necesidad de huir hacia la "libertad". Para el narcisista, todas las relaciones se entablan entre «explotadores» y «explotados», y la "libertad" es simplemente una fuga ante una posesividad devoradora fantaseada. Sin embargo, en el curso del tratamiento psicoanalítico la promiscuidad compulsiva de los narcisistas también revela una búsqueda desesperada de amor humano, como si estuviera mágicamente ligado con partes del cuerpo: senos, penes, nalgas, vaginas, etcétera. En el análisis, el anhelo incesante, repetitivo, del narcisista por esas partes del cuerpo puede emerger como una fijación regresiva en experiencias simbióticas escindidas tempranas que involucraron la idealización de zonas erógenas y de la superficie corporal para compensar la incapacidad de establecer una relación estable y constante con el partenaire.

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