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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 10 de marzo de 2017

Psicoanálisis del primer coito de la mujer.

Para la mujer el primer coito tendrá un significado preponderante para el resto de su vida sexual, ya que del comportamiento que tenga su partenaire en la intimidad con ella dependerá —en buena medida— su evolución sexual y afectiva posterior.
Las niñas que han tenido un desarrollo psicosexual satisfactorio para asumir con gusto su género femenino en el sentido amplio del término, capaces de disfrutar orgasmos plenos en su edad adulta, pueden ser traumatizadas por su primera relación sexual, sobre todo si, aparte del deseo, están muy enamoradas de su novio o si están vinculadas por los lazos del matrimonio, ya que la donación de su cuerpo a un hombre en el coito es, para una mujer que asume su sensibilidad sexual, una entrega mucho más importante que la que le hace el hombre, y esto por el sólo hecho de la «sobreestimación del sexo fálico del hombre».
El sentimiento que pueda tener la mujer del fracaso erótico o el descubrimiento de su error en la elección sentimental después de su primer coito tendrán por resultado una herida narcisista en toda su persona, que agregan, de este modo, sentimientos de inferioridad reales a una experiencia corporal sentida siempre como una violación, que ella esperaba como «revelación voluptuosa» y que se volvió más bien en «violación castradora». En efecto, este fracaso es, por cierto, un traumatismo para el narcisismo, tanto en la esfera sexual como en su persona; en la mayoría de los casos, ésta decide, entonces, defenderse frente a todos los hombres, generalizando su primera experiencia desafortunada con su pareja porque no fue delicado o simplemente porque sexualmente se comporto inmaduro con ella.
“Ella esperaba tanto y lo perdió todo: su virginidad, sus ilusiones y su confianza en la vida. Esto puede transformarla en una mujer narcisista frígida por venganza pasiva o hacerla aquejada de vaginismo por un Yo neurótico, sometido al conflicto entre su deseo de poseer inconscientemente el pene de su padre de modo caníbal y su frigidez vaginal vengadora”.
En el caso de una virgen núbil desde hace mucho tiempo, el primer coito resulta siempre un fracaso desde el punto de vista erótico. No se trata de que la rotura del himen sea dolorosa, sino de que se espera que probablemente deba de serlo y, por esa razón, la mujer está centrada en sus propias sensaciones, en lugar de estarlo en las que proporciona su partenaire, sin contar sus preocupaciones a propósito de la hemorragia espectacular y valorizante. Además, ese primer coito, en relación con la espera mágica que subyace al deseo fantaseado largo tiempo, aparece a veces como de humor negro o de vodevil en comparación con la gran escena voluptuosa y romántica de los ensueños de la fémina. “En suma, para la mujer, el primer coito es, a lo sumo, un éxito erótico a medias, nunca un éxito real, sufre más de lo que efectivamente puede obtener” .
Hay siempre riesgo de regresión, debido a la evocación de fantasmas sádicos endógenos, por desviación narcisista. Desde el punto de vista narcisista, el primer coito puede ser un enorme éxito, como puede ser, por el contrario, un fracaso catastrófico. Y esto sólo depende del hombre, más que de ninguna otra cosa; pero, en la mayoría de los casos, el hombre es aun más inmaduro que la mujer. Será un enorme éxito si éste sabe sentir reconocimiento por la intención de donación de ese cuerpo que se le ha hecho, si sostiene el orgullo de ella en su promoción de mujer; pero el suceso es, en general, para él, eróticamente gratificante y, a poco que no haya sido confirmado de modo narcisista por la verbalización admirativa de su pareja sobre la potencia de su sexo, se sentirá desposeído por el orgullo de su pareja, hecha mujer a expensas de su nueva asunción de la castración. Será un fracaso catastrófico si el hombre parece indiferente después del acto sexual, sobre todo si tuvo que mostrarse brutal corporalmente.
En el caso de que el primer coito haya sido un éxito o, por lo menos, un éxito a medias de placer y un éxito de afecto acrecentado y de confianza recíproca consolidada entre los miembros de la pareja, es probable que la evolución sexual de la mujer sea propensa a orgasmos cada vez más completos y satisfactorios.
Mientras la mujer no haya sido reconocida por su partenaire como valiosa, bella en su desnudez y deseable, quedará desprovista de modo narcisista de valor estético genital.
La represión de la libido genital, si bien puede existir espontáneamente de manera endógena, es muy tardía en la vida de las mujeres y sólo proviene de un fracaso erótico debido a la incapacidad sexual de su pareja o a su incapacidad emocional.
Para la mujer, la represión genital es el fruto mortífero de una consumación genital con una pareja que tiene, a su vez, una herida narcisista y cuyo sexo o persona no ha alcanzado un nivel de evolución sexual genital.

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