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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Las reglas del masoquista.

Regularmente el sujeto masoquista es un manipulador, pero nunca una víctima, a no ser que no sepa que disfruta con el sometimiento; ya que le resulta más fácil aceptar su postura sumisa que aplicar la agresión durante el coito ¿Qué significa esto? Que el masoquista será quien imponga el «guión» y el sádico lo llevará a la puesta en escena.
Esta misma opinión la manifestó Theodor Reik que hablaba sobre la tendencia manipulativa de los masoquistas. La novedad que introduce Reik en la concepción clásica de masoquismo, es su idea de que el origen de estas conductas está en la fantasía, entendida como ensoñación consciente, un lugar desde donde el sujeto podría contener sus impulsos destructivos, esto gracias a una serie de «mecanismos de inversión». Para Reik, los rasgos diferenciales del masoquismo serían: “Primero el factor suspensivo, el retraso; segundo el factor demostrativo, hacer ver; y tercero el factor provocador. Esto surge como una tendencia a confundir al testigo (sádico), ese testigo necesario para que la queja o sufrimiento pueda ser reconocida por el otro.
La idea de que el masoquista no busca sino el placer, está contenida en todas las descripciones de los psicoanalistas. Harry Stack Sullivan manifestaba que muchos sujetos aceptan abusos y humillaciones y cuando un tercero los observa, descubre que casi siempre obtienen lo que desean. Y las cosas que desean son primordialmente satisfacción y sentirse a salvo de la exacerbada ansiedad que sienten durante el encuentro íntimo. Se refiere obviamente al masoquista, a aquel sujeto que obtiene un Goce sexual directo a partir de una escena más o menos sofisticada, una dramatización que incluye fetiches y objetos "ad hoc". Una escena que no tiene nada de improvisada o peligrosa, sino más bien, se trata de un escenario pactado, cómodo y seguro, no exento de humor y a veces de esperpento. Una escena ritualizada y consensuada. Un ritual es una combinación de conductas perfectamente predecibles, que son repetitivas y están frecuentemente incluidas en una ceremonia, una liturgia, que tiene como objetivo limitar la difusión de la conducta y del pensamiento.
Abundando podemos decir que un ritual es un atajo al pensamiento autónomo, o sea el ritual es antagónico del libre albedrío. Esto lo podemos observar en la vida cotidiana que se encuentra llena de rituales que tienen que ver con los "fenómenos de pase", los estados de transición, los tránsitos de un lugar a otro. El efecto catártico del ritual, es tal, que ni siquiera es indispensable que sea comprendido por el propio iniciado para que surja su efecto, lo que el sujeto espera es que esto se convierta en un acto normalizador y tranquilizador para su vida.
Debemos hacer la aclaración que el masoquismo sobre el que versa éste artículo, es en el que existe consenso de la pareja para llevarlo a cabo, esto no tiene nada que ver con el problema del maltrato o violencia intrafamiliar, que representa una lacra social, donde las mujeres lamentablemente viven atormentadas por maridos celosos o acosadores. Ese maltrato físico y psicológico supone un caso extremo de sadomasoquismo, donde se pierde el aspecto consensuado de las relaciones de dominación-sumisión, traspasando las fronteras del placer y la alteridad. Se trata más de un fenómeno pasional que sadomasoquista. Son pues, fenómenos distintos que mantienen un cierto parentesco anclado en el mito de que la mujer es la esclava del hombre.

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