Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 16 de marzo de 2017

La decepción sexual en la pareja.

Cuando la mujer se encuentra con un hombre al que ama, pero es poco experimentado en el desenvolvimiento sexual, o bien demasiado inhibido, frente a esta nueva situación el narcisismo del hombre se detrae en las horas que siguen al coito, aunado al sentimiento de fracaso inesperado que él siente por éste suceso. Esta actitud depresiva del hombre decepciona a la mujer —aún mucho más que el fracaso erótico— que muchas veces ella tiende a atribuir a su pudor o su falta de entrega plena. Aquí podríamos señalar dos aspectos que siente la mujer cuando su pareja no puede eyacular durante el coito aunque mantenga erección, si se encuentra enamorada, regularmente tiende a creer que ella no es lo suficientemente capaz de provocar y proveer placer a su partenaire; y por otro lado, si no le une ningún afecto a su pareja, lo sentirá a éste con una «virilidad sorprende», aunque si el coito se prolonga demasiado tiempo, ella perderá gradualmente su excitación y sentirá rechazo por su pareja, independientemente que se lo manifieste o no.
Ahora bien, de esta depresión posterior al encuentro sexual, el hombre sale con grandes sentimientos de culpabilidad, que lo hacen regresar a un modo de placer narcisista: el acto masturbatorio, mismo que lo encuentra consolador. Para este hombre el sexo de su mujer se vuelve, entonces, algo meramente «útil», y deja de ser el «objeto de su deseo», mientras que la persona de su mujer se vuelve, para él, en sus relaciones sexuales, cada vez más accesoria, a menos que llegue a constituirse, por regresión de su relación con su partenaire, en un objeto de sadomasoquismo físico o mental, sentido por él como específicamente castrador.
Aunque en la vida social sus relaciones mantienen la misma fachada, la mujer no se siente más valorizada en su persona que en lo que tiene de cultural, de espectacular o de utilitario y, por tanto, de manera edípica u homosexual. La mujer tiende, a imagen de su pareja, a experimentar de nuevo su sexo como carente de interés y a revivir sus emociones sobrecompensatorias, que le habían servido en el momento de la «angustia de castración primaria»; además, hablar de su fracaso amoroso a sus amistades es tan peligroso como permanecer en silencio, he ahí la gran cantidad de mujeres que viven en una ansiedad permanente a causa de su relación afectiva. Hela ahí, entonces, con un sexo con el que no sabe qué hacer y del que no sabe qué decir, mientras considera el sexo de su partenaire, que no sabe qué hacer con el suyo, como un desconocido al cual no podría comprender. Así se establece una «frigidez primaria», que sería, muy a menudo, de corta duración y carecería de toda gravedad si los dos pudieran comunicarse esta decepción recíproca con la finalidad de encontrar alguna solución.
Así es como las relaciones sexuales entre ella y él adquieren el valor de trauma sexual para ambos, por el sólo hecho de su ausencia de valorización erótica o narcisista, sin que ninguno de ellos haya proporcionado al otro una mediación simbólica capaz de remediar la situación con el paso del tiempo, pues cada uno es, para el otro, un lamentable error en esta decepcionante relación dual cuerpo a cuerpo. El cara-a-cara de esta pareja, inadecuadamente construida, cuyos cuerpos y corazones están insatisfechos el uno del otro, se transforma en una odiosa fascinación especular, donde cada uno ve en el rostro del otro la imagen de su propia decepción. En el caso de la falta de entendimiento sexual entre los miembros de la pareja, el rechazo del otro sería para cada uno la única solución libidinal estructurante válida y, a menudo, el rechazo definitivo, lo que no quiere decir, a la inversa, que el entendimiento sexual justifique una «relación de pareja estable y madura».

Be First to Post Comment !
Publicar un comentario