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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 30 de marzo de 2017

El trastorno del deseo de embarazarse.

Podemos observar que algunas mujeres se embarazan de su partenaire con la íntima convicción de continuar su relación afectiva, creyendo que es la única manera de establecerse permanentemente, incluso contra el rechazo directo del hombre para comprometerse.
Para otras féminas, pueden albergar el deseo de embarazarse —por extraño que parezca— con el único propósito de vengarse de su pareja, al que le guardan un resentimiento profundo y odian desde mucho tiempo atrás porque se han sentido gravemente humilladas. Algunas de estas mujeres pueden presentar una aguda depresión asociada a una completa frigidez y en ocasiones hasta repugnancia —tanto hacia su pareja como a si misma— con cualquier contacto de tipo erótico o sexual, aunque no lo expresen abiertamente. Regularmente estas mujeres desde el inicio han idealizado el amor en exceso, al grado de idolatrar a su pareja, y al encontrarse «profundamente enamoradas» pasan «desapercibidas», por decirlo de alguna manera, las manifestaciones de agresión* que se encuentran inherentes en todo vínculo afectivo, llegando a sufrir —pasado algún tiempo— el sadismo patológico de su partenaire, aunado a una incapacidad de defenderse directamente. Esto puede llevarla a mantener monólogos secretos, que son precursores de la perversión que se va desarrollando dentro del vínculo y que proporcionan de alguna manera un «amargo consuelo» (para el psicoanálisis estaríamos hablando de un «Goce»).
Estos monólogos podrían expresar, por ejemplo: “Si tan sólo pudiera quedar embarazada, entonces las cosas cambiarían porque él reconocería quién tiene realmente el control y me respetaría, ya que sería la progenitora de su hijo. Le odio, pero no quiero demostrarlo porque me abandonaría. Quiero herirle verdaderamente y sé que teniendo un hijo suyo será la mejor forma de lograr mi propósito, ya que así no podrá jamás librarse de mí. Utilizaré a su hijo como un instrumento de tortura contra él hasta cansarme, y después me desaparezco junto con mi vástago para que jamás lo vuelva a ver y con eso sufrirá tanto como él me hizo sufrir a mí todo este tiempo”.
Estas reflexiones patológicas y compulsivas traen aparejado un Goce, capaz de lograr una sensación de placer erótico y conseguir un alivio momentáneo a la ansiedad que padecen.
Aquí observamos el funcionamiento de un elemento de venganza unido a una acción libidinal repetitiva y compulsiva que incluye un rápido cambio de los principales indicadores de la perversión, pasando del «Yo sintónico» al «Yo distónico». En otras palabras, la acción experimentada en primer lugar como compatible con las demandas del Yo, pasa a ser antagónica para el Yo después de su ejecución, seguida de sentimientos de remordimiento y culpa. En el caso de estas mujeres descritas, dichas acciones van dirigidas concretamente a un Yo, a un objeto y a una relación objetal. Es muy posible que estas mujeres presenten una confusión entre la feminidad, la sexualidad y la maternidad, que las colocaría en la “Estructura Perversa”.

*No debe confundirse agresión con violencia, desde el punto de vista del psicoanálisis.

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