Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 26 de octubre de 2017

La función de la masturbación infantil.

La masturbación infantil tiene como función, entre otras cuestiones, la preparación para la sexualidad adulta, que cumple con respecto a ésta un rol análogo al de los juegos del niño en relación con las futuras actividades sociales del hombre.
El Complejo de Edipo puede parecer una especie de juego psicosexual infantil preparatorio de la psicosexualidad ulterior del hombre o la mujer. En este caso el niño juega a amar pero a amar sexualmente. En efecto, como Sigmund Freud lo manifestó, el carácter del juego no es la falta de seriedad sino la falta de relación con la realidad.
No se puede negar que durante la etapa edípica los deseos del niño carecen en gran parte de relación con la realidad, aunque el niño con sus ciegos impulsos instintivos, generalmente no lo vea con claridad, a diferencia de lo que ocurre en el juego. Sin embargo, queda en pie el hecho que cuando el niño fantasea casarse con su madre o la niña con su padre, por debajo de estas fantasías soberanas, algo en ellos “presiente” que realmente no se puede concretar, aquí se anuda simbólicamente la “Función Paterna”.
El fracaso del incesto del infante hacia la madre no resulta del todo definitivo, pero lo conducirá al puberto o adolescente a desear sexualmente fuera del círculo familiar. Entonces, en el caso más favorable, el “Complejo de Edipo” y la “Función Paterna” sobre el infante lo dirige al destino ideal de la represión exitosa: “Hundimiento de las representaciones edípicas infantiles en el inconsciente, con desprendimiento, conservación y puesta a la disposición de la psicosexualidad, de las pulsiones y emociones libidinosas y aferentes liberadas al término de la evolución.
No obstante, este caso «ideal» de represión de las representaciones condenadas, con conservación y liberación de las pulsiones, no se realiza nunca en forma completa por la inercia reinante en el dominio del inconsciente. En algunos casos, una parte de las pulsiones puede seguir el destino de las representaciones edípicas sumergidas en el inconsciente, se conservan fieles, por así decirlo, privando así a la psicosexualidad adulta de la correspondiente fuerza promotora por lo que la represión que se manifestó excesiva, sobrepasó su meta. En otros casos, la fidelidad de las pulsiones a las representaciones se produce en sentido opuesto. Las pulsiones no reprimidas son entonces las que atraen las representaciones edípicas de antaño vueltas a surgir del inconsciente, seguramente con desplazamientos que las hacen irreconocibles. En estos casos la represión no fue exitosa, ha fracasado parcialmente. Entonces según como se haya estructurado el “Complejo de Edipo” y la “Función Paterna”, esto es como hayan predominado las excitaciones o inhibiciones edípicas, tendremos distintos cuadros adultos: El sujeto que, con furor desenfrenado busca sin saberlo las imágenes parentales en la elección amorosa; o bien, que al reconocer inconscientemente al objeto edípico primario (madre) en cada objeto amoroso, retrocederá ante la prohibición edípica.
En los dos últimos casos la consecuencia será una desadaptación a la realidad, una especie de perturbación de la visión psíquica por proyección en el mundo exterior de nuestras fantasías internas (promiscuidad, homosexualidad, prostitución, soltería permanente, etcétera).
Esto impide discernir de manera adecuada que los demás hombres y mujeres no son de hecho nuestros padres. Pero sólo el último caso será verdaderamente nefasto a la función erótica, en virtud de la predominancia de la inhibición.


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