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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 26 de octubre de 2017

La disuasión de Casanova.

“Casanova enseña que en la sexualidad debe predominar la pasión, no la razón”.

“Casanova disuade a la mujer —después de haberla poseído— a que siga gozando de su sexualidad en su vida futura”.

Casanova, como buen maestro en el arte de la seducción, las instruye a sus parejas sobre el placer sexual, libre de ataduras morales, y las dirige a descubrir la naturaleza encantadora que oculta su género femenino.
Casanova exhorta a sus partenaires a considerar como pecado, no la entrega, sino la resistencia, pecado grave contra la carne, contra las leyes naturales, con esto ellas se sienten decididas, libres de toda culpa y con la libertad de actuar.
Las manos de Casanova poseen la habilidad de desnudar a la mujer, y de despojarla de su miedo y timidez; en sus brazos se convierten en verdaderas mujeres, tan pronto como se han entregado.
La felicidad de Casanova contagia a las féminas y, embriagadas de éxtasis borra cualquier vestigio de culpa que pudieran tener después de haber compartido el lecho. Pues el placer sexual de Casanova únicamente es completo cuando es compartido, siente su sangre ardiente recorriendo las venas cuando la mujer se le entrega: “Los cuatro quintos del placer han sido siempre, para mí, el hacer gozar a la mujer”, afirma Casanova.
Casanova necesita placer contra placer —así como otros necesitan amor correspondido para sentirte dichosos— y con sus fuerzas intenta agotar la efervescencia del placer que siente su partenaire, antes que consumir el suyo. Por eso sería un contrasentido que ese altruista del placer se sirviera de la astucia o de la fuerza para alcanzar el deleite erótico. A Don Juan le interesa haber poseído, haber seducido; a Casanova, en cambio, únicamente le interesa el haber llevado al clímax a la mujer.
Casanova no se le puede denominar taxativamente “seductor” porque las induce al juego, a ese juego de la seducción, dejando de ser meras espectadoras, pasivas, para convertirlas en participantes dinámicas que descubren su mundo sexual adormecido, perezoso a fuerza de prejuicios y de la moral.
Eros se caracteriza por la ligereza y el movimiento arrebatador (sólo la irreflexión es capaz de aligerar a uno del peso de esa moral recalcitrante), y Casanova posee ese «don», toda mujer que se le entrega se hace más femenina que antes, porque ha aprendido sobre la voluptuosidad y la han disfrutado, y con ello disipan muchos prejuicios; además les enseña que el cuerpo de ellas y el suyo, que hasta entonces habían mirado con pudor, juntos son una fuente de placer infinito y permanente.
Casanova enseña a sus parejas que deben entregarse íntegra y generosamente, a responder abiertamente al placer con el placer y sutilmente evade el tema del amor para no confundirlas. En realidad, Casanova no gana a la mujer para sí mismo, ni siquiera es su intención que se enamoren de él sino que las dirige a una forma nueva del placer; por eso, ellas siempre buscarán en otro hombre aquel Casanova que conocieron, que sea practicante de ese delicioso culto al erotismo.
Las mujeres quedan tan fascinadas con Casanova que la hermana mayor conduce a la menor a ese dulce sacrificio con el maestro; la madre lleva a su hija hasta el lecho del apasionado mentor; cada mujer empuja a su amiga para embaucarse en ese delicioso rito con ese gentil hombre llamado Jacobo Casanova.
Por el contrario, vemos en Don Juan que la mujer que que ha sido seducida, víctima más bien de un engaño, advierte apresuradamente a las otras de las desastrosas pretensiones de él —exhortación en vano, obviamente— por lo que Don Juan se convierte de encantador a embustero pero con Casanova pasa todo lo contrario, ya que cada fémina que ha poseído con fruición muestra a las demás que es un verdadero maestro del erotismo y por eso lo aman como símbolo, corporización del hombre pasional, como un sincero mentor.
Casanova al amar a una mujer en particular, realmente ama a todas en conjunto, la totalidad de lo femenino. Ellas quedan tan agradecidas con él que lo menos que pueden hacer, es elevarlo hasta lo divino.


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