Leslie M. Lothstein destaca en sus investigaciones con madres de hijos transexuales masculinos y femeninos, sobre la función que ejerce la madre en la etiología del transexualismo de su vástago. Según este autora: “Estas madres son incapaces de tolerar la separación e individuación de sus hijos vía identificaciones masculinas y permanecen vinculadas a sus hijos vía identificaciones femeninas. Parecen percibir la distinción del género masculino del niño como una amenaza a su propia integridad personal”. Lothstein describe un posible proceso en la educación de las hijas que se convierten en transexuales: “Estas madres experimentan también las identificaciones prolongadas y continuadas de sus hijas como una amenaza a su integridad personal. Al alejar activamente a sus hijas de las identificaciones femeninas, parecen protegerse de la fusión simbiótica y de la regresión. Nuestros datos clínicos sugieren que las identificaciones masculinas de sus hijas pueden ser parcialmente defensivas, para evitar los recíprocos deseos homicidas”.
En este orden de ideas, señala: “La propensión a trastornar una de las identidades de género del hijo varía en función del sexo del niño, las tensiones en su matrimonio, su relación con su propia madre y el actual estado de su conflicto bisexual”.
Por lo tanto, estos niños acceden a los deseos de su madre como única forma de supervivencia, y al hacerlo crean un falso sentido de sí mismos que incluye defectos estructurales del Yo y deficiencias de éste.
Esta misma idea comparte Therese Benedeck: “El psicoanálisis demuestra a menudo que los padres toman conciencia de las propias motivaciones inconscientes que dirigen hacia sus hijos, al prever el comportamiento de éstos y sus motivaciones inconscientes [...]. Parece como si padres e hijos, cual si de paranoicos se tratara, consiguieran lo que prevén con ansiedad, e intentaran a la vez evitar”.
Regularmente en estos trastornos están varias generaciones implicadas, por ejemplo la mujer que vivió su infancia junto a una madre cruel y castigadora, sometida a su propio Superyó, se identificará con su progenitora violenta cuando se convierta en madres y puede atacar con facilidad al hijo decepcionante y privado de un ambiente estable. Ésta madre seguramente experimenta a su hijo como un ser que no satisface sus propias motivaciones inconscientes al momento de ejercer la maternidad (Brandt Steele).
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