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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

sábado, 22 de abril de 2017

La importancia del Falo en la familia.

Para que la familia se desarrolle adecuadamente en el plano psicosexual, es menester que haya un «Falo» y que este falo esté del lado del padre, que este último pueda probar que ello es así, y que pueda brindarlo.
Pero si el Complejo de Castración se plantea en la familia como algo sin solución, la perturbación de la situación edípica podrá, en el límite, ser de tal naturaleza que toda la dialéctica de lo no fálico quede bloqueada.
Las ideas de Sigmund Freud lo han señalado, el sujeto fetichista niega que la mujer no tenga falo, y más particularmente su madre. El travesti, por su parte, que va más allá aún, está por entero comprometido con la representación de lo que la madre debe tener. Lo que, por lo demás, habrá de ser independiente de la asunción de su papel sexual. El travestí regularmente es padre de familia con la finalidad que le brinden el testimonio de su representación, si no con los hijos, al menos si, con su cónyuge. El travesti representa lo que la madre no tiene, pero debe tener, esto no significa que se identifique con el personaje materno sino lo que él hace es exponer el velo detrás del cual está él mismo, en tanto falo de la madre. O bien, si se prefiere, mientras que el travestí juega a convertirse en el fetiche de lo que la madre debe tener, pero no tiene, y se comporta como si existiera lo que no existe, que es justamente lo que él representa.
La mujer homosexual es ficción de ser lo que no se puede ser. La homosexualidad femenina, al no tener perspectiva abierta en el plano del intercambio, al no poder renunciar al falo que no tiene, al no poder esperarlo como don, sabe, lo mismo que todo ser humano, dónde está el falo, o al menos dónde debería estar; en aquél que no es que no lo tenga, porque no existe manera de demostrarlo: “El padre, de quien dirá ella en cuanto pueda que jamás amó a la madre como habría debido hacerlo”. Este hombre, pues, el padre, sólo puede asumir su sexo al precio de la castración.
Este orden de fenómenos en donde habrán de inscribirse las consecuencias del rechazo del amor por la madre en el momento en que alcance la genitalidad, es decir, allí donde se plantea la versión de las estructuras relacionales que la castración constituye, y a las que el mito freudiano del Complejo de Edipo da sentido. Los cimientos sobre los que el amor por la madre trata de elevarse están constituidos por las relaciones más arcaicas. Lo que será la aptitud para el amor del futuro adulto recaerá en parte en esta plataforma inicial cuya nota regresiva siempre saldrá a relucir en las observaciones que hace el psicoanálisis.
Si el sujeto recae antes en el «ser» que en el «tener» —nos estamos refiriendo al falo— esta ficción lo colocará en una posición muy delicada donde el suicidio estará siempre presente como telón de fondo en su diario vivir.

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