En la pareja existen de manera frecuente triangulaciones directas e inversas, que constituyen «guiones inconscientes» que en algunos casos pueden destruir el vínculo, y en el mejor de los casos reforzar su intimidad y estabilidad.
¿Qué significa la triangulación directa? Son fantasías inconscientes que surgen en ambos partenaires con un tercero, un miembro idealizado del género del sujeto que fantasea: ese tercero representa al rival edípico. Esta triangulación se puede observar en la típica escena de celos sin fundamento real alguno.
Ahora bien, en un contexto “normal” hombres y mujeres temen consciente o inconscientemente la presencia de un sujeto que pueda brindarle mayor satisfacción sexual a su partenaire; este tercero es el origen de la inseguridad emocional en la intimidad sexual, y de los celos como señal de alarma que protege la integridad de la relación.
¿Qué es la triangulación inversa? Es la fantasía compensadora y vengativa de tener una relación con un sujeto (amante) que no es el partenaire, un miembro idealizado del otro género que representa el objeto edípico deseado, con lo cual se establece una relación triangular. Así el sujeto es cortejado por dos miembros del otro género (partenaire y amante), en lugar de tener que competir con el rival edípico del mismo género tiene tangible al objeto edípico idealizado del otro género.
En vista de estas dos fantasías universales (triangulación directa e inversa), en la intimidad de la cama siempre es compartida al menos por seis sujetos: la pareja, sus respectivos rivales edípicos inconscientes y sus respectivos ideales edípicos inconscientes.
Una forma que toma a menudo la agresión relacionada con los conflictos edípicos (en la práctica psicoanalítica y en la vida cotidiana) es la colusión inconsciente de ambos partenaires para encontrar realmente un tercer sujeto que represente, de manera condensada, el ideal de uno y el rival del otro. Esto implica que lo más frecuente es que la infidelidad marital, las relaciones triangulares breves y las duraderas, reflejen colusiones inconscientes en la pareja, la tentación de escenificar lo más temido y deseado (Complejo de Edipo).
En la infidelidad entra una dinámica homosexual y heterosexual, porque el rival inconsciente es también un objeto deseado sexualmente por el conflicto edípico negativo: la víctima de la infidelidad a menudo se identifica inconscientemente con el partenaire que traiciona, en fantasías sexuales acerca de la relación de este último con el rival odiado con celos.
Cuando la patología narcisista severa en uno o ambos miembros de la pareja hace imposible que haya capacidad para los celos normales —una capacidad que implica lograr una cierta tolerancia a la rivalidad edípica—, es fácil que estas triangulaciones se escenifiquen.
La pareja capaz de mantener su intimidad sexual, de protegerse contra la invasión de terceros, no sólo conserva sus límites convencionales obvios sino que también reafirma, en su lucha contra los rivales, la gratificación inconsciente de la fantasía del tercero, un triunfo edípico y una sutil rebelión edípica al mismo tiempo. Las fantasías sobre el tercero son componentes típicos de las relaciones normales. La antítesis de la intimidad sexual que permite el goce de la sexualidad perversa polimorfa es el disfrute de fantasías sexuales secretas que, de manera sublimada, expresan la agresión hacia el objeto amado.
La intimidad sexual nos presenta entonces una discontinuidad más: la discontinuidad entré los encuentros sexuales en los que ambos partenaires quedan completamente absorbidos y se identifican recíprocamente, y los encuentros sexuales en los que se escenifican guiones fantaseados secretos, con lo cual se lleva a la relación las ambivalencias irresueltas de la situación edípica.
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