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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

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martes, 15 de octubre de 2019

La aventura sexual.

“Sin misterio no hay curiosidad, sin fascinación no hay seducción. El misterio alimenta el deseo. La fascinación lo satisface”. Luis del Olmo.

Existe un mecanismo esencial que subyace en la promiscuidad tanto en mujeres como en hombres casados donde regularmente manifiestan que sólo las relaciones sexuales con el cónyuge les proporciona una satisfacción completa, por lo que las «aventuras extraconyugales» satisfacen otras necesidades emocionales, por ejemplo el deseo de reasegurarse de que seguir siendo atractivos, sentir la emoción de la novedad, o bien puede ser una hostilidad inconsciente hacia el consorte traducida en venganza (infidelidad). Cuándo se presenta de forma abierta y consciente es el deseo de conquistar en el caso de los hombres; o de sentirse deseadas cuando se trata de las féminas.
Si bien es cierto que la mayoría de hombres y mujeres admiten que es necesario una relación permanente y estrecha con el otro para establecer una confianza mutua que sirva de base para un vínculo profundo y lograr una empática para un placer sexual pleno.
Ahora bien, en la promiscuidad no se busca ese fin ya que este se ve desplazado por el deseo de impresionar, de sobresalir en comparación con otras parejas sobre todo en el plano sexual, así el hombre trabaja sobre las innibiciones sexuales de ella para que disfrute de la plenitud sexual. En una palabra, esas copulaciones son consideradas casi siempre, no como una “simple aventura sexual” sino como lo que podríamos denominar: “aventuras de conquista”.
En la literatura se describe a menudo a “Casanova” y “Mesalina” como un sujeto que apuntala su Yo inseguro convenciéndose a sí mismo y a los demás de que posee seguridad, fortaleza, que conoce los artilugios de la conquista (en el caso de los hombres), o la habilidad de ser deseable (en el caso de las mujeres).
Cuando nos referimos a los hombres que representan a Casanova, ellos expresan regularmente que lo más emocionante no es el coito en sí donde obtienen el máximo placer sino más bien lo que les proporciona el goce es la conquista y el cortejo para brincarse hasta el orgasmo que logran suscitar en la mujer lo que simboliza realmente el éxito, pues demuestra la conquista consumada. Si no se consigue que la fémina logre su orgasmo entonces el coito resulta ser vacuo porque no se logró triunfar en el psiquismo de ella de la forma esperada.
Resulta interesante advertir la recurrencia continua de la conversación de este tipo de hombres, cada vez que se hace referencia a alguna mujer recatada sexualmente, donde aluden que le hubieran hecho de «todo» en la cama como sinónimo de humillación, permitiendo así que el hombre se sienta superior. Estas mujeres reservadas y vistas como inalcanzables constituyen un desafío permanente y parecen ser sumamente atractivas en un sentido sexual para el sujeto con las características de Casanova o Don Juan. Mientras la fémina se mantengan a distancia y se rehúse a la relación sexual, siguen siendo atractivas, desafiantes y sobre todo todo admiradas. En cuando se rinden, de inmediato pierden su valor y son desechadas, perdiendo la emoción que entrañaba después del coito. Generalmente estos hombres se alejan casi inmediatamente después de la mujer conquistada.
Podemos decir que, en nuestra cultura, si la pareja posee un vínculo afectivo estable y es gratificante el trabajo sexual entre ellos, la monogamia parece ser muy preferible a la infidelidad como canal para lograr una completa satisfacción sexual, pero por otro lado dicha monogamia no satisface las necesidades narcisistas con algún tipo de inseguridad yoica.


domingo, 2 de junio de 2019

Pronto volveré...

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